Capitulo 42.

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Hice una mueca a mi reflejo y pasé las manos por el corto vestido negro que apenas cubría mi cuerpo. Quedaba más arriba de mis rodillas, y casi dejaba ver mi tatuaje.

Oh, sí. Un tatuaje.

Mishell apareció después de casi una semana de estar desaparecida en acción, y llegó con un nuevo tatuaje con una pequeña M en su dedo. Y bueno, como que me uní al lado oscuro. El pequeño piercing en forma de diamante que descansaba en mi nariz es la prueba. 

Pero dolió como el infierno.

Tuve mi momento filosófico e idiota pensando que, como estaba acostumbrada al dolor físico desde pequeña, casi no dolería. Me equivoqué.

Pero no es como si ahora me quejara, el dolor ya se había ido.

Y eso que fueron dos tatuajes y el piercing.

Fueron unas tres semanas muy entretenidas.

Estuve pasando tiempo con John. Como, mucho tiempo. Salimos a comer, hablamos, e incluso él me acompañó cuando me hicieron el tatuaje, pero se quedó afuera.

Suspiré e intenté que mi vestido no se moviera tanto. Compré la ridículamente costosa y pequeña cosa cuando fui de compras con Mishell. ¿Lo mejor de todo? No había estado sola en ningún momento de las tres semanas. Estaba con Mishell en las mañanas, con John en las tardes; y en la noche, Alex se metía en mi cama.

El tatuaje que estaba en mi muslo cubría la cicatriz.

Simulaba una liga amarrada en mi pierna, pero no lo era. Era negro, con una pequeña franja roja en medio, partiéndolo en dos, y al lado del muslo, la liga se unía en un moño rojo. El vestido apenas lo cubría.

Me di media vuelta y miré mi reflejo sobre mi hombro. La chica que me devolvía la mirada no se parecía a mí en nada más que el cabello

Pasé una mano por dicho lugar y me quedé momentáneamente ida mientras veía su color. Quizás debería cambiarlo... Mi cabello caía en ondas suaves por mi espalda y hombros.

Era la boda de Madison.

Y bueno, como que estaba un poquito obligada a ir. No obligada-obligada, sino que era como un compromiso ir, ya que ella me dijo que sólo asistirían las personas más cercanas. Tampoco era como si no tuviera ganas de ir, la verdad estaba un poco entusiasmada.

Desde la fiesta de Alex, en la cual el estúpido chico me había sacado a la fuerza, no había salido a ninguna otra.

El último tatuaje que había en mi cuerpo, por ahora, al menos, era uno que descansaba en mi espalda. En este momento el vestido lo cubría,  pero también era muy, muy, muy, muy lindo.

Y cubría otra cicatriz.

Las horribles cicatrices que tenía en la espalda, donde Steven me había golpeado con su cinturón y había cortado mi piel... Bueno, ahora eran casi invisibles. Quizás se alcanzaba a ver el final de cada una, pero la parte más fea era la que estaba cubierta.

Sí, en estas tres semanas hubo cambios un poquito demasiado rápidos.

Suspiré y salí del baño cerrando la puerta tras de mí y caminé hacia mi cama. Tomé el pequeño bolso negro y me puse los zapatos de planos igualmente negros. El vestido era completamente negro, pero tenía una pequeña tira transparente justo en mi cintura, y la parte de la falda era volada. Era bastante sencillo, pero lo amaba.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras rápidamente. Mi brazo ya no era una molestia, gracias a Dios.

Choco hizo un sonido lastimero cuando pasé de largo por su lado. Me agaché y acaricié su cabecita, a lo que él sacó la lengua y movió la cola.

Cómeme con chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora