Capitulo 48.

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Los brazos de Alex se sentían realmente cómodos, cálidos y absolutamente correctos a mi alrededor.

Era estúpida, lo sabía, también era idiota, y realmente tonta para estar así con él, abrazados, y más aún porque seguíamos en la cama del hospital, pero no me importaba.

"Estúpida y estúpido, la pareja perfecta"

Intenté alejarme un poco de sus brazos, pero su agarre se apretó y luché por respirar.

John acababa de decirme que era claustrofóbica, ¿desde cuándo yo era claustrofóbica? Nunca, jamás me habían dicho tal cosa.

Y Alex... bueno, el estúpido chico no se había ido de mi habitación desde que hablamos, incluso John entró e intentó llevárselo, pero se negó a dejarme sola, no veía por qué le importaba eso en este momento. Después de decirle que lo sabía todo, se quedó como ido durante un rato, luego nos abrazamos, no estaba segura de quién se acercó primero, pero tampoco me importaba.

Estaba demasiado cómoda en sus brazos.

Podía respirar su aroma... En realidad, podía respirar, algo que aún me sorprendía y no terminaba de entender.

John estaba enojado, lo sabía, todos lo sabían, y estaría peor cuando supiera de mi enfermedad... si es que no lo sabía ya.

Suspiré temblorosamente contra su cuello y él se estremeció.

–Estaba muy preocupado. –susurró.

Me era difícil creerle, teniendo en cuenta que él me encerró en el armario.

–Sé que no me crees. –continuó. –Pero creí estar haciendo lo correcto, Kaelin, en verdad lo creí.

– ¿Y en qué mundo encerrarme en un armario durante horas es hacer lo correcto? –pregunté poniendo distancia entre nosotros. Alex frunció el ceño, e inmediatamente extrañé el calor que su cuerpo me transmitía.

–En un mundo donde no tomo decisiones estúpidas, al parecer.

–Alex, ese mundo no existe.

–Lo sé. –tomó mis manos. –Sólo déjame explicártelo todo, por favor.

–No hay nada qué explicar. El daño está hecho. –hizo una mueca y aparté la mirada.

Abrió la boca para hablar, pero la puerta se abrió a su espalda y el doctor apareció. Me tensé y Alex me miró raro, ignoré eso y me centré en el tipo con bata blanca.

Me miró, todo incómodo, luego miró brevemente a Alex antes de poner su atención de nuevo en mí.

– Alex, ¿podrías traerme un poco de agua? –pregunté, el doctor obviamente quería hablar conmigo a solas.

Alex miró la jarra con agua a mi lado, en la pequeña mesita junto a la cama.

–Ahí hay agua. –indicó.

–Pero no quiero esa, quién sabe cuántas personas han bebido de ella.

–Pero no quiero dejarte sola...

–Alex.

–Pero...

– ¡Vete!

Se levantó de la cama y me miró brevemente, hasta parecía un poco herido. Apreté los dientes.

¿Ahora él era la víctima?

El doctor se removió impaciente y lo miré con el ceño fruncido.

–Sólo un momento, muchacho. –dijo cuando Alex estaba cerrando la puerta.

Miré fijamente al doctor, era amigo de John, según me habían dicho, pero había algo que no cuadraba. O estaba punto de darme una mala noticia. Se veía realmente incómodo, por no decir algo molesto, ¿molesto conmigo? No veía por qué, ni siquiera conocía al tipo.

Cómeme con chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora