Siete

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Las manos de Minghao eran delgadas, su cuerpo parecía frágil pero cuando lo tocaba encontraba una fuerza que parecía esconderse, su cabello castaño era teñido y sus ojos grises lo presentaban como un lobo y nada más. ¿Qué otra diferencia había? Ah, el mísero bulto en su estómago que podría pasar desapercibido y ese extraño aroma agradable que inundaba el departamento. Minghao era un omega, descendiente de lobos. Y Mingyu... Mingyu descendía de monos, monos que no podían oler de la misma manera que los lobos y que no podían entender algunas cosas de su comportamiento.

—¿Por qué los muerden?— preguntó Mingyu en voz alta mientras seguía leyendo en su celular un artículo de la marca en los omegas. —Oh, dios, parece doloroso.

Minghao apenas y respondió con una afirmación en forma de quejido. El omega estaba lavando los platos despues de haber cenado los dos juntos, fue demasiado silencioso y ninguno habló del elefante en la habitación de nuevo, ninguno dijo nada de su pasado o los planes para el futuro y solo se dedicaron a comer hasta que terminaron. Mingyu no tenía ningún plan, no tenía dinero para dárselo a Minghao y decirle que deje el país y tampoco tenía contactos para desaparecerlo como Minghao quería. Era tan solo una persona normal en una situación extraña.

—La marca hace que el omega no reaccione a las feromonas de otro lobo.— explicó Minghao sin detener su acción. —Los alfas muerden a los omegas para quedarse con ellos toda su vida, pero si deciden desecharlos el omega sufre hasta su muerte.

—¿Cómo el matrimonio pero más trágico?

—Como el matrimonio pero más aterrador.

—Tú no tienes una marca. ¿Significa que estás soltero?

—Significa que no deje que nadie me marcara.— Minghao se acercó dejándose caer en el suelo junto a la perra. —Deja de leer eso.

—Trato de investigar, tú ya me investigaste ¿verdad? Tengo que hacer lo mismo.— Minghao no respondió. —Te llenaste de basura para ocultar tu aroma... Eso significa que estás escondiéndote de otros lobos.

Viéndolo en retrospectiva parecía obvio, Minghao no quería aparentar vivir en la calle, no se cubrió de basura para que la gente no lo mirara... él lo hizo para ocultar su aroma, y es que desde que Mingyu llegó al departamento la dulce fragancia de Minghao llenó el lugar de principio a fin, no importaba cuantos aromatizantes usara el omega, esa fragancia seguía ahí. No era algo que Mingyu pudiera describir, no era como rosas o fresas o vainilla, sino que era un aroma propio a Minghao, nada artificial ni semejante a otras cosas, era como cualquier otro humano pero agradable e intensificado.

—Prefiero oler a la humedad de tu departamento.— Se quejó Minghao tomando una pata de la perra. —O a tus fragancias... ¿me dejarías usar algunas?

—Todas tuyas. No son nada costosas ni elegantes, las compre en el supermercado despues de que me rociaran en la cara con ellas.

—Tu también tienes un aroma propio.— dijo Minghao sin mirarlo directamente, Mingyu ladeó la cabeza con curiosidad. —Se mezcla con las fragancias que usas, con tu ropa, con tu piel, y eso te hace tener un aroma propio. Hace que tu tengas un aroma único, pero es normal que las personas no lo perciban, muchas si lo hacen.

—Oh... ¿a que huelo?

—A Mingyu.

—Oh, qué mal, si fuera un perfume sería como el Axe de chocolate. Qué asco, humanidad oliendo a Mingyu.

—Me gusta tu aroma.

Su corazón no tenía derecho a latir de la forma en que lo hizo. Ah, era estresante.

Hold [GyuHao] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora