Capítulo 6: Sorpresas.

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– ¿Dónde está mamá? – Pregunté supongo que, para quedar bien, para que vieran que preguntaba por ella, aunque para mí no era nada sorprendente que no estuviera ahí.

Mi cabeza tenía muy claro que mi relación con mi madre si no se había roto ya, poco le faltaba. Su poca confianza depositada en mí, su última mirada de decepción, eran cosas que no se iban a olvidar tan fácilmente. Era algo que no se iba a poder arreglar, curar u olvidar.

– En casa de la abuela, no se encontraba bien.

– Ya... – Me pregunté cómo podían no solo mentirme de esa forma, sino que también el cómo podían mentir tan mal.

– Bueno venga, ¿a qué esperas para hacer la maleta?

– ¿La maleta?

– Sí, la maleta, ¿no recuerdas que te dijimos que iríamos a la casa del lago cuando salieras?

– ¡Oh! Es verdad, y tú, papá, ¿cuándo te vas a Florencia con mamá?

– Mañana por la mañana. – Me quedé pensativa sin saber en qué pensar.

– Venga Emily que se nos hará tarde. – Me insistió Jack.

Había una maleta pequeña la cogí y me fui a mi cuarto, cogí el bikini azul marino y el bañador negro, pantalones, camisetas, el chándal, bambas, sandalias, me dirigí a mi cuarto de baño y allí cogí la plancha, secador, cepillo de dientes, peines y cepillos, cremas, y lo puse todo en el neceser, cogí mil cosas más, tantas cosas que me costó cerrar la maleta, y como aún tenía que coger cosas para no aburrirme, cogí la bolsa que utilizaba cuando tenía educación física, allí metí libros, mi diario, el álbum de fotos que me dio Jack y el portátil con su cargador, aunque la casa del lago estuviera a 2 horas y media de casa no quería volver para coger cualquier cosa que me hubiera dejado, quería descansar, salir de este barrio, quería pasar todo el verano en aquella vieja casa, pero a pesar de ser vieja era bastante pacífica.

Bajé las escaleras como pude, tanto la bolsa como la maleta pesaban un poco.

– Te has tomado tú tiempo. – Me echó en cara Jack, ¿qué le pasaba? Estaba más pesado de lo normal.

– Es que no quería dejarme nada. – Repliqué.

– Pues te dejas algo... – dijo Jack intentando ser misterioso.

– ¿A sí? ¿El qué?

Señaló detrás de mí, y sin creerme lo que estaba viendo me abalancé a las personas que formaban parte de mi vida, de mi familia. Mis amigos no me habían fallado y a pesar de echarlos de menos durante unos días largos e infernales, allí estaban. Todos sonriendo delante de mí.

– ¿Qué hacéis vosotros aquí? - Seguía conmovida por tenerlos allí. Sobretodo a Ian, quien me había hecho muchísima falta.

– Estamos de vacaciones Emily, y éstas las vamos a pasar todos juntos. – Dijo Carlota.

– Siempre y cuando tu chip psicópata no vuelva y nos mate a todos. – Continuó Alex sonriendo.

– Tú siempre tan cariñoso y tan amable Alex. – Ironicé.

Cogimos nuestras cosas y cuando íbamos a salir de casa mi padre me llamó.

– Emily, te sigues olvidando de algo... – tanto mi padre como mi tía sonreían.

– ¿De qué? – Me quedé mirándoles un rato. – ¿Está aquí mi querido y adorado Óscar?

– Me temo que no pero cuando abras este paquete te olvidarás por completo de él. – me ofreció un paquete me lo quedé mirando un rato extrañada. – Ten cógelo. – Insistió.

Lo cogí y lo abrí. Era el último móvil que había salido al mercado, la manzanita mordida iba a ser mi fiel compañera, miré a mi padre y a mi tía extrañada, pero a la vez sonriendo.

– ¿Y esto? – Lo saqué de la caja era blanco como a mí me gustan.

– Digamos que tu anterior móvil le cogió cariño al váter... – contestó Silvia.

– ¿Qué? – Me empecé a reír. – ¿Se os ha caído mi móvil por el váter?

– Habéis tenido suerte, no se ha enfadado porque se os haya caído el móvil por el váter... – Murmuró Jack.

– ¡Tendrás morro si fue a ti quien se te cayó! – Replicó Silvia.

– Era un secreto... – Se defendió él.

No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora