Epílogo.

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Me senté en el pupitre de aquella aula de cuarto de la ESO, justo al lado de la ventana, en penúltima fila. Creo que era el sitio idóneo.

No había conocido a los vecinos solo a la madre y a la niña pequeña que las solía ver en el jardín y hoy por fin iba a conocer al hijo, tenía curiosidad la verdad, Silvia y Jack siempre hablaban de él, ni siquiera sabía su nombre, pero hoy lo iba a descubrir.

Ian entró en clase y le saludé con la mano para que me viera. Había llegado minutos antes porque Jack me había pedido que le acompañara a su clase. Y cuando me vio se sentó detrás de mí, no sin antes darme un beso en la cabeza.

- Buenos días enana.

- Buenos días. - Contesté.

- ¿Has dormido bien?

Asentí con la cabeza. Desde aquella noche de película no había vuelto a ver a ningún fantasma, pero en el fondo los echaba de menos. Echaba de menos a Peter y a David, con quien seguía teniendo un trato.

En aquel momento entró Matt junto con Alex. Éste último se sentó delante de mí y Matt a mi lado. Alex parecía feliz ante el retorno a clases algo bastante curioso e inusual.

- Em, siento lo de tu madre. - Dijo Matt que hizo que desviara mi mirada hacia él.

Me encogí de hombros, al fin y al cabo, todos algún día nos moriríamos. Matt se levantó y me hizo levantarme para abrazarme algo que me reconfortó dado que le había echado mucho de menos.

- Sé que decir lo siento por haber estado frío contigo no servirá, pero... Lo siento.

- Sé que decir lo siento por haber dejado que mi madre te estuviera amenazando con matarte con cuchillo en mano, pero... Lo siento.

Empezó a reír, algo que me hizo sonreír.

Carlota entró con su mochila veraniega junto con Sandra, Carlota delante de Alex, ella siempre prefería la segunda fila y Sandra al lado de Ian, en última. Pude ver como Nina miraba de reojo a Alex y sonreí al ver aquello, éste año ayudaría a Nina a ligarse a Alex; me pilló mirándola y me devolvió la sonrisa algo ruborizada.

Entonces entró el profesor de lengua, Martín, adoraba a ese profesor, era enrollado, simpático y estaba casado con la profesora de matemáticas, Amanda. Pero aquel día, aquel primer día de clase Martín no entró solo.

- ¡Chicos escuchad!

Yo alejé mi mente de aquella clase, podía escuchar el murmullo de Martín diciendo que teníamos un chico nuevo en clase, pero yo preferí centrar mi mente en lo que estaba viendo en el patio.

David.

Sonreí al verle, ahí estaba, miré a mi alrededor y nadie me estaba mirando, e Ian que estaba detrás al menos intuiría que estaba haciendo. Así que levanté mi mano y le saludé disimuladamente con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba más guapo, no daba tantos escalofríos como antes, de esa forma se le veía mucho más humano. Y pude ver como el me devolvía el saludo con una sonrisa. Estaba feliz y eso era por algo que intentaría descubrir más tarde.

Lo que Emily no se dio cuenta es que mientras David le devolvía el saludo una gran parte de su felicidad iba por segundas partes.

- Os presento chicos a Marc, no seáis cabroncetes con él, sed amables y hacerle un hueco en vuestra piña. -Continuó Martín. - Puedes sentarte delante de Matthew Evans, para todos Matt.

Esa sonrisa de David iba dedicada no solo a su gran nueva amiga Emily sino también porque su hijo estaba de vuelta en casa.

Pero lo que nadie se imaginaba, lo que David no logró a notar es que alguien estaba detrás en los arbustos sonriendo también. Alguien que Emily no llegó a ver desde clase es que más allá de David, justo detrás de él estaba su madre sonriendo como una loca observando a su tan adorada hija.


No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora