Capítulo 35: Prométeme que lo harás.

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Volví a casa, y Silvia estaba con una taza de café mirando al horizonte, entré y sin buscarlo me dio un abrazo, me pilló por sorpresa y tampoco lo quise, pero tampoco lo eludí, se lo acepté con todo mi corazón hacía mucho que no me daban un abrazo.

- Siento haber sido tan dura contigo, no haberte entendido, ni haberte escuchado como lo hacía antes, siento no creerte.

- Me conformaba y me conformo con que estés aquí.

- ¿Me prometes que si ocurre algo no dudar en venir a contármelo? - Preguntó sosteniendo mi cabeza y mirándome a los ojos.

- Te lo prometo. - Dije sonriendo.

Matt se acercó, y me miró.

- ¿Vamos Emily?

- Me ducho y vamos.

- ¿A dónde vais? - Preguntó Irene saliendo del cuarto de baño con cierta curiosidad.

- Vamos a dar un paseo, por la zona.

- Buena idea, me apunto si no os importa claro.

- No, a mí no.- Dije subiendo las escaleras. La verdad es que no sé cómo se lo tomaría Matt, ayer por la noche estaba un poco enfadado.

Me duché con tranquilidad, me arreglé y bajé las escaleras. Irene había convencido a todos para que vinieran, y la verdad es que eso ya no me hacía tanta gracia, que Irene viniera venía bien por si nos perdíamos y así durante el camino nos contara las historias de Silvia o de Peter o de ella. Pero al final lo que íbamos hacer era buscar a la persona que sospechábamos que estaba en peligro, pero que vinieran todos iba a ser un estorbo. Pero no tuvimos otro remedio que acatarlo. Salimos, poniendo la condición de volver a casa a la hora de comer, teníamos tres horas para encontrar lo que Matt y yo buscábamos en realidad.

Fuimos por un camino diferente al de ayer. Llegamos a un pozo, tapado, y solo a mí se me ocurrió quitar la tapa y mirar. Era demasiado curiosa, y como dicen la curiosidad mató al gato. Y a mí algún día me iba a sorprender. Lo destapé y solo salió un olor de lo más desagradable, tiré la tapa al agujero en tan solo cuestión de segundos.

- Hay algo ahí abajo que huele muy mal. - Dije entre arcadas y tapándome con la mano a la vez que me alejaba del pozo.

- Eso debe ser que el agua está estancada. Es raro que no haya salido ninguna serpiente, ni nada por el estilo. - Dijo Irene bromeando. La miré verdaderamente mal.

- ¿Qué? ¿Serpientes? - Dijo Sandra horrorizada.

- Sí. Boas, pitones, de todos los tipos. - Siguió Irene.

Sandra miró el pozo con horror.

- El pozo está medio abierto, Emily no lo ha cerrado bien...- dijo Irene, poniéndose detrás de ella y poniendo una voz de lo más escalofriante. - Y entonces...

- Y entonces...- dijo Sandra esperando a que Irene terminara la frase, aun mirando el pozo.

- Y entonces. - Le pellizcó el culo y empezó a reírse. - Vendrán para morderte.

- No tiene gracia Irene. - Dijo Sandra dando un salto en el momento que Irene le pellizcó el culo provocando que Sandra diera un respingo y dándose la vuelta.

- Venga Sandra, ha sido divertido, ¿cómo va a ver una pitón ahí dentro?

- Quien sabe, hace poco descubrí que los fantasmas existen, ¿por qué no podría una pitón estar ahí dentro?

- Porque eso lleva cerrados años, y las pitones no crecen ahí dentro.

- Aun que así sea, ¿podemos ir avanzando, por favor?

Seguimos caminando, hasta que hubo un momento donde todo empezaba a sonarme, juraría que por aquel lugar pasé ayer. Entonces en un momento no sé porque decidieron ir por un camino que había a la izquierda de nosotros, eso me era absolutamente nuevo, no recuerdo haberlo visto en ningún momento, en cualquier caso, tomamos ese camino. Lo miraba todo con detenimiento y Silvia se paró.

- Si fuéramos por ahí iríamos a parar a casa de David. - Cuando dijo el nombre de David la miré a ella y miré en frente de mí, quería ir a curiosear, quería supongo volver a ver a David para que me explicara más sobre su vida. Empezó siendo un hombre extraño que no paraba de asustarme, pero ahora quería ayudarle, ahora más que nunca después de conocer a su hijo menor. Miré a Matt que me miraba, él sabía que algún momento de la semana antes de que viniera mamá, me escaparía para ir allí. - Pero debe estar más que abandonada así que continuemos por aquí.

Alex se había dado cuenta de que estaba interesada en ir a casa de David, la curiosidad mató al gato sí, pero yo iba a seguir curioseando, porque quería ayudarle, y me daba absolutamente igual que no me entendieran. Iba a ir a esa casa. Y en un visto y no visto llegamos a casa del viejo McGregor, no había cambiado nada. Así que eso significaba que nadie se había acercado a ese tugurio de cabaña.

- ¿Queréis ir a la capilla donde fuisteis bautizados o queréis volver a casa? - Preguntó Silvia, viendo que estábamos sofocados.

- Yo voto por volver a casa. - Dijo Jack apoyándose a una de las paredes de la casa y sentándose, era el que más cansado estaba de todos, así que para que no torturarlo, decidimos volver a casa. Miré a Matt, ya tendríamos otra oportunidad de volver a salir y ir a la capilla, pero ahora era tiempo de volver a casa, comer y descansar durante toda la tarde.

- Ven aquí enano. - Dijo Alex agachándose para que Jack se subiera a su espalda.

Empezaron a caminar, pero Ian me cogió del brazo, pasaron los demás delante y Ian y yo íbamos detrás.

- ¿Cómo están tus pies? - Me preguntó.

- Bien. - Durante el tiempo que habíamos estado ahí, mi relación había cambiado mucho con Ian, seguíamos estando juntos, pero nuestras conversaciones eran mucho más frías de lo normal.

- ¿Seguro? Ayer tenían una pinta bastante mala. - Insistió.

- No, seguro, están bien, las heridas están cicatrizando. - La verdad es que no se a que se debía esa frialdad. Nos queríamos, o eso pensaba...

Le cogí de la mano, y vi como sonreía mirando nuestras manos unidas, en ese momento recordé cuando estábamos en los pasillos del instituto, yendo a clase o a la taquilla o simplemente estábamos yendo al patio. Recordé que no solo me atrevía a cogerle de la mano delante de todo el instituto, sino que también le abrazada, le besaba, me sentaba en su regazo antes de que entrara el profesor. Me gustaría que todo aquello volviera, sentía que le quería, pero no como antes, no me imaginaba un futuro sin él, pero supongo que lo veré como un amigo a día de hoy. Tenía que hablar con él, tenía que hacerle ver mis sentimientos. Y sabía que me entendería desde el primer momento.

- Ian...- me puse delante de él, mientras el resto continuaba avanzando. - tengo que decirte una cosa, y la verdad es que no sé cómo.

- Ya sé, déjame adivinar. - Me cogió de los brazos, me miró a los ojos y sonrió. - Te quiero, y te quiero muchísimo pero no te quiero como hace unos meses. ¿He acertado?

Sonreí, sé que suena a mala persona sonreír en este preciso momento, pero me había entendido, él también veía que lo nuestro ya no seguía funcionando. Me comprendía, comprendía a todo el mundo y eso era lo que hacía hacerle único.

Le asentí y me dio un abrazo.

- Prométeme que, aunque ya no estemos juntos seguirás contando conmigo, contándome todos tus problemas, si necesitas ayuda cuenta conmigo, prométeme que lo harás.

- Te lo prometo, porque te lo debo.

- No me debes nada, solo quiero que lo hagas porque te sale del corazón.

- Te prometo que iré a ti si necesito ayuda, si necesito contarle mis temores a alguien no dudaré en coger el teléfono y llamarte. Te lo prometo, Ian.



No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora