Capítulo 50: Bienvenida oscuridad.

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Ian se iría a su habitación eso de la una, Carlota vino sobre las doce y se fue directa a la cama, se la veía agotada. La compañía de Ian hasta altas horas de la noche me ayudan, y más ahora. No nos dijimos nada más allá de un ¿estás bien?, había estado acariciándome el brazo izquierdo que descansaba en su abdomen mientras su otra mano iba de nuca a espalda y momentáneamente me acariciaba la cabeza que descansaba en su pecho escuchando el latido relajado de su corazón. Entonces las profundidades del sueño se apoderaron de mí.

Sentí como Carlota se levantaba y entraba al baño, no tenía fuerzas para abrir los ojos, no tenía fuerzas para moverme, mi cuerpo me pedía seguir durmiendo, algo que me sorprendió dado que llevaba sin poder dormir bien y con tranquilidad, así que disfruté el momento.

- ¿Sigue durmiendo? - Era la voz de Jack.

- Sí, dejar que duerma, esta noche va a ser la que menos duerma de todos. - Esa era Carlota, y estaba en lo cierto, hoy no iba a dormir.

- Pero... ¿respira verdad? - Ese como no era Alex.

- Claro que respira cacho tonto. Solo... solo está durmiendo profundamente.

No tan profundamente dado que los estaba escuchando.

- Algo que llevaba sin hacer mucho tiempo. - Susurró Jack.

Me desperté de golpe, lo último que recuerdo es que estaba en esa habitación y había dos serpientes en el suelo, levanté un poco la cabeza para ver si estaban allí, al no ver nada respiré hondo, solo había sido un sueño... una pesadilla. Solo había pasado en mi imaginación. Me hice una cola estaba sudorosa, fuera seguía igual de nublado que el día anterior, giré la cabeza y vi que eran las 13:06, esto si olía más a verano, dormir hasta las tantas, no hacer nada, ir a la playa o piscina, viajar... Eso era el verano.

Me dirigí a las escaleras y allí estaban todos estirados en el sofá, menos Sandra que se estaba haciendo los pies.

- Hombre por fin se despierta la bella durmiente. - Dijo Irene al percatarse de mi presencia, el resto de ojos se posaron en mí.

- Agradezco que me hayáis dejado dormir, pero ¿por qué no me habéis despertado antes?

- Hacía mucho que no dormías de esa manera, así que te hemos dejado.

- Gracias. - Dije sentándome entre Matt e Ian.

Y justo sonó el teléfono, se me cortó la respiración. Silvia se levantó y lo cogió con total naturalidad y tranquilidad.

- ¿Si? - hubo una pausa, de fondo solo se escuchaba el murmullo de la televisión y las hojas de los arboles moverse por el viento. - Ah hola Albert ¿va todo bien? - Otra pausa. - Sí aquí todos estamos bien... No, la tormenta aquí todavía no ha llegado, pero tiene pinta de no tardar mucho. - Dijo bajando la cabeza para fijarse en el cielo. - De acuerdo, sí, sí lo entiendo. Adiós.

Y colgó, iba a preguntarle que quería Albert, pero el teléfono volvió a sonar lo que hizo que todos pegáramos un bote.

- ¿Si? - Ian me cogió de la mano y yo entrelacé los dedos, apoyé la cabeza en su hombro y empecé a fijarme en la televisión, sin entender que estaban viendo. - Si claro, aquí estaremos. - Dijo Silvia pocos minutos después y colgó.

- ¿Qué quería Albert? - Preguntó Jack. Mi mirada pasó de la televisión a Jack y de Jack a Silvia.

- Saber cómo lo estábamos pasando y que allí estaban empezando a caer las primeras gotas, no había tormenta, pero me ha dicho que se empezaba a escuchar los primeros truenos. Y luego, - se mantuvo en silencio durante unos segundos, pero parecían minutos- luego ha llamado Dann, vendrán para comer, quieren venir antes de que llegué la tormenta por la zona de las carreteras.

El ambiente se tensó y vi como muchas miradas iban dirigidas a mí.

- Bueno pues recibiremos a papá con los brazos abiertos, eh Jack. - Mi sonrisa era débil y poco creíble, pero yo hacía lo que podía por no empezar a tener un ataque de pánico.

- ¿Y a qué hora llegarán?

- He hablado con Marta, y me ha dicho que ya estaban en el coche y si se tarda dos horas, pues sobre las tres.

- Pues yo ya tengo hambre. - Murmuró Alex.

- Tú siempre tienes hambre Alex. - Respondió Matt riendo.

No estaba para risas, ni siquiera estaba estar allí sentada, no tenía ni hambre. Me levanté estaba en shock, iba a llegar el momento, mi pulso era tranquilo, demasiado, me pregunté si mi sangre estaba fluyendo o simplemente mi corazón había dejado de bombearla. Me escocían los ojos, no era momento para llorar. Ni siquiera había un motivo exacto para llorar. ¿Por qué iba hacerlo? Me dirigí a las escaleras y sin mirar a ningún sitio entré en mi cuarto, me encerré en el baño y me senté dentro de la bañera, miraba el champú, miraba mis pies, miraba la pared, miraba mis manos que temblaban, miraba, sin mirar a la vez. Había llegado el momento, ¿de verdad quería esto?

- Todo irá bien, todo irá bien. - Me repetía mentalmente a mí misma. Pero ¿a quién quería engañar? Nada iba a ir bien.

Apoyé la cabeza en el acrílico de la bañera y miré la esquina del techo. Me dolía a garganta, los ojos me escocían. No debía llorar. Eso no. Cerré los ojos y dejé que el tiempo pasara.

Cuando me quise dar cuenta ya habían pasado las dos horas. Me levanté, salí del baño, no había nadie y en ese momento se escucharon unos pitidos. Papá y mamá habían llegado. Me dirigí a la ventana y allí estaba el coche, deteniéndose. Vi a Jack salir corriendo, Silvia y Irene iban detrás; papá y mamá bajaron del coche. Papá cogió a Jack en brazos mientras le daba un abrazo. Carlota, Sandra, Alex y Matt estaban justo delante de la puerta. Aquello parecía normal, una familia feliz, mamá sonreía al ver a Jack feliz, le dio dos besos a Irene y a Silvia. La escuché decir "Hola chicos" dirigiéndose a los demás. Y entonces miró hacia mi ventana y allí estaba yo, sería, sin expresar nada en la cara, ni felicidad, ni enfado, ni miedo, ni tristeza. Era como si todo por dentro se hubiera apagado. Levantó la mano en modo de saludo, pero no moví ni un músculo. Y entonces Jack se dirigió a mamá, feliz. Ese pequeño enano iba a jugar al juego sin pestañear. ¿Quería yo que jugara? ¿De verdad que lo quería?

- ¿Dónde está esa pequeña endemoniada que tengo como hija? - Dijo papá.

Estaba ahí papá, tu pequeña hija endemoniada iba a estar ahí toda la noche, preparada para jugar.


No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora