Capítulo 26: Te quiero Ian.

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- Emily tranquila, no empieces a comerte la cabeza, seguro que lo que dice Matt es verdad, Matt suele tener la razón casi siempre.

Silvia bajó las escaleras con tres sábanas y una pequeña manta, ya que por las noches solía hacer frío.

- Chicos, dejad el tema, ¿de acuerdo? Todo tiene su explicación, sus misterios y sus respuestas, es solo cuestión de tiempo. - Dijo Silvia con un tono pacífico, estaba tranquila, sin aparentar nervios algunos.

- Tiempo que perdemos, tiempo en el que podemos seguir investigando y evitar daños, y posibles muertes. ¿Cuánto tiempo eh Silvia? ¿Cuánto? ¿Hasta que vuelva a estar sonámbula y acaba tirándome al lago por la noche y ni os enteréis? Estoy más que harta de todo, harta que digáis que esté tranquila, es muy fácil decirlo cuando no sois vosotros los que tenéis que sufrir el dolor que sufrió Peter, harta de todo. Harta de sufrir lo que sufrió Peter, cosa que no es muy agradable.

- Emily ya sabes que con eso no podemos hacer nada al respecto.

- Exacto, no podéis, y cuando podéis solo queréis esperar hasta estar en verdadero peligro entonces es cuando todos miramos a Emily para saber que tiene planeado para la situación. Esto no va acabar nunca, si de verdad tengo un don, los muertos siempre estarán presentes, cuando Peter se vaya, David seguirá ahí suplicándome que hable con su hijo y ¿después? Después vendrá otro y luego otro y otro y otro y uno detrás de otro torturándome toda mi vida. Peter estaba equivocado porque esto no es un don esto es una verdadera mierda con la que voy a tener encima hasta el último día de mi vida.

Me enfadé, una vez más, subí las escaleras y cuando llegué al cuarto cerré la puerta de mala gana, dándoles a conocer que no quería hablar, que no quería que vinieran suplicándome que les abriera la puerta para hablar. Estaba harta de hablar. Pasaron una hora detrás de otra. Y llegó la hora de comer, Silvia subió a pedirme que bajara para estar con ellos, aunque fuera una miga de pan lo que acabara comiendo. No obtuvo respuesta, la escuché irse y bajar las escaleras, a los minutos subía Carlota.

- Emily, te traigo un plato con ensalada de pasta, como a ti te gusta, y un trozo de pan y una manzana.

- No quiero nada, vete. - Solo quería hablar con Ian, era la persona que más palos se estaba llevando, y más daño le estaba haciendo. - Solo hablaré con Ian. Solo con él y con nadie más. - Añadí antes de que se fuera.

- Esta bien, voy avisarle de que venga. - La escuché irse y desde las escaleras, supongo, oí que le decía a Ian que subiera.

Picaron a la puerta, escuchaba a personas cuchichear.

- ¿Qué pasa? - Dijo Ian extrañado.

- Dice que solo hablará contigo. - Contestó Carlota también desde el otro lado de la puerta.

- Emily, ¿va todo bien? - Su voz era de preocupación, por no saber que me pasaba. Me estaba pasando con él, yo le quería y no era justo.

No le contesté.

- Emily déjame pasar, sino no podremos hablar, como tú quieres.

- Esta abierto. - Dije con un suspiro.

Abrió la puerta, miró y cogió el pan y la manzana. Entró, cerró la puerta detrás de él y se sentó a mi lado. Dejó tanto el pan como la manzana en la mesita de noche.

- Carlota me ha dicho que tienes que comer algo, y le he cogido esto.

- No tengo hambre. Ya lo he dicho no sé cuántas veces, pero solo quiero que esto acabe y entonces comeré algo.

- Y acabará, ya lo verás.

- ¿Por qué?

- ¿Por qué? - Me giré para mirarle a la cara y entonces me entró un escalofrío, su mirada me decía que él iba a estar conmigo siempre, aunque yo se lo impidiera, que lucharía conmigo sin que yo quisiera y que me querría hasta el último suspiro.

No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora