Capítulo 47: Un sencillo 'te quiero'.

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Estaba anocheciendo y la tormenta aún no había llegado. Yo me estaba preparando mi cena, quería cenar e irme a dormir, intuía que la noche siguiente iba hacer de todo menos dormir. Estaba asustada, ¿y cómo no estarlo? Pero debía estar fuerte, no aparentar preocupación, dar la cara e impedir que los nervios controlaran mi cuerpo. Una mano que se apoyó en mi hombro me sacó de mis pensamientos.

- Eh. - Era Ian.

- Dios me has asustado. - Dije tranquilizándome y agachando la cabeza con una sonrisa.

Escuché como el también reía.

- No era mi intención, pero después de todo me he dado cuenta de que llevas puesta una sudadera muy bonita.

Me giré y pude ver como sonreía. Como echaba de menos esas cosas, esa sonrisa, esa mirada. Él.

- Sí, la verdad es que sí, es bastante preciosa, y me queda de maravilla. - Dije pavoneando un rato.

- La verdad es que sí. Te queda mejor que a otros.

Le abracé por el cuello.

- Nunca me cansaré de decirte que te quiero. - Le dije susurrándole en el oído. Noté como sonreía y le di un beso en el cuello, donde dejé escondida mi cara.

Al ver que no decía nada me asusté. Tenía miedo de agobiarle. Me aparté un poco para mirarle, pero no me dejó, al contrario, me estrechó aún más en sus brazos.

- Este es el mejor momento, este es mi lugar favorito. - Dijo en un susurró.

¿A qué se refería con eso? ¿Su lugar favorito era la casa del lago? No.

- Estar abrazado a ti, - siguió susurrándome, pero empezaba a acariciar mi espalda- estar contigo, que me digas que nunca te cansarás de decirme "te quiero", que lleves mi sudadera, que tengas esa confianza conmigo como la de antes, que no me mires con miedo, que me cuentes las cosas, tus miedos, tus secretos, tus penas... Todo eso hace que merezcas que yo también sea sincero contigo...- se calló unos segundos y yo fruncí el ceño- Mi lugar está donde estés tú, para poder abrazarte cuando lo necesites, secarte esas lagrimas que tantas veces se han escapado de esos ojos que tanto me enamoraron, mi lugar está donde estés para poder susurrarte al oído... Te quiero. - Las lágrimas que habían empezado a amenazar, empezaban a caer por mis mejillas. - Gracias por quererme, gracias por mostrarme este mundo, un mundo donde hay fantasmas, hay suegras locas, este mundo donde puedo estar asustado como feliz; pero la felicidad no está completa porque hay cosas que no están dichas. - Se calló.

Yo seguía intentando que las lágrimas dejaran de salir por mis ojos, intentando estudiarme todas y cada una de las palabras que me había dicho para no olvidar ni una de ellas. ¿Pero qué cosas no estaban dichas?

- ¿Qué es lo que no está dicho?

- Como por ejemplo que lo siento. - Dijo agachando la cabeza para mirarme, entonces se dio cuenta de que estaba llorando. - Eh, enana no llores. - Intentó apartarme, supongo que para quitarme las lágrimas o simplemente para mirarme a la cara, pero yo me aferré a él, no quería dejar ese abrazo, no aún.

- ¿Sentir el qué? - Dije entre sollozos, ya me había visto, ya no había porque evitar que no sonaran.

- Sentir el haberte chillado el otro día, me asusté, te vi en el agua y que bajabas hacia abajo, el lago es más profundo de lo que podemos llegar a imaginar, y estabas tan decidida, no sabía que pretendías, y cuando salimos afuera te chillé cuando debería haberte preguntado con más calma, intentar primero entender que era lo que estabas haciendo. Siento no haber estado ayudando todo lo que debería cuando me necesitabas. Siento no haber ido a verte cuando estabas allí metida, supongo que Carlota te explicó porque no pude ir, pero no sé podría haberle dado a tu hermano o a tu padre una carta o no lo sé. He hecho cosas mal, demasiadas cosas mal en los últimos meses, pero te prometo que volveré a ser el de antes, volveré a ayudarte, a hacerte sonreír como tantas otras veces.

- Por favor cállate. - Dije interrumpiéndolo, no podía escuchar una palabra más. Ya había escuchado suficiente ahora me tocaba hablar a mí. - Sí posiblemente te echara de menos cuando estaba allí metida, si probablemente me hubiera gustado recibir algo de ti, pero ni tu ni nadie me dio nada así que no estoy enfadada ni contigo ni con nadie por eso. Es posible que me asustaras cuando me chillaste de aquella manera, me dolió que lo hicieras, pero yo tampoco te contesté de la mejor forma. Y quizá echara de menos mirarte y que me miraras como lo has hecho durante el día de hoy, como lo hacías antes, y quizá echara de menos que me abrazaras cuando más se notaba que lo necesitaba. Pero...- Cogí aire, los sollozos impedían que respirara con tranquilidad. - Pero yo tampoco he ido a ti para que me ayudaras, yo tampoco he ido a buscar ese abrazo que tanto necesitaba, tampoco he dejado que me ayudarais, tampoco os he escuchado. Simplemente no he sido yo. Pero te prometo que os escucharé, a ti el primero. Prometo parar cuando me lo digáis. Y si hay que pedir perdón, siento haber dejado el otro día que esto acabara, pero la verdad es que no quiero Ian. Te quiero, demasiado y aunque sonreí porque supe que entendías lo que sentía no quería ni quiero dejar lo nuestro, eres el amor de mi vida, y cometemos errores somos personas y no existen las relaciones perfectas y puedo asegurarte de que no me olvidaré jamás ni me perdonaré el haberte dejado cuando en el fondo lo que necesitaba era esto, estar aquí en tus brazos, tú escuchándome como yo te escucho a ti.- Me callé pero antes de dejar que dijera algo seguí hablando, necesitaba decirle una última cosa.- No me dejes Ian, no me dejes por favor, no me dejes sola.

Y empecé a llorar en silencio, podría entender que me dejara después de todo lo que le he hecho estos últimos días, pero ahora estaba siendo sincera, no quería que me dejara y no me perdonaría que decidiera dejarme después de haberle dejado yo a él. Si me dejaba sería por mi culpa y le necesitaba, necesitaba que estuviera conmigo.

No me dijo nada simplemente me abrazó, me dio un beso en la cabeza y volvió a abrazarme con fuerza, un abrazo que yo devolví entre lágrimas. Pero esa paz no duró mucho.

- ¡Iros a un motel! Y hacerlo privado que aquí hay niños. - Dijo Alex.

- Que monos por favor. - Escuché decir a Irene.

Yo seguía con la cabeza escondida en su cuello, pero no pude evitar sacar una pequeña sonrisa. Ian también la tenía apoyada en mi hombro, donde iba dándome besos simultáneamente, empezaba a estar cansada, quería dormir. Noté como Ian levantaba la cabeza para mirar a alguien, creo que era Silvia o Carlota, no lo sé, tampoco diferencié la voz, pero escuché como en un susurro le decía:

- Llévatela arriba a la cama. - Pensé mal, para qué engañarnos. - Y que descanse, si tiene o tienes hambre aquí estará la cena.

Noté como Ian asentía con la cabeza, yo ya había dejado de llorar, pero estaba demasiado cansada, sobretodo mis ojos, como para subir hasta el cuarto.

- Eh Em, vamos.

No me moví, ni si quiera lo intenté, mi cuerpo se estaba durmiendo. Supongo que Ian se daría cuenta y me cogió en brazos.

- Vamos. - Dijo susurrándome al oído. Lo último que recuerdo antes de cerrar por completo mis ojos fue a Irene y a Carlota chillar:

- ¡Vivan los novios! - Donde noté que a Ian le salía una gran sonrisa de la cara.    



No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora