Al día siguiente, ya más tranquila, me levanté, y aún con el pijama puesto me fui a desayunar. Mi padre me hizo las tortitas como a mí me gustan, no entendía a qué se debía tal desayuno, pero quizás había algo que celebrar. Cuando iba a empezar a comerlas mi hermano me miró y me señaló, con una cara de terror indescriptible. Una con la que no le había visto jamás mirar. Le pregunté qué le pasaba, al mismo tiempo que mi padre, y él se fue corriendo para acabar escondiéndose detrás de él. Ni mi padre ni yo sabíamos lo qué le estaba ocurriendo hasta que dijo secamente en un susurro, con una voz fría y aterrorizada:
– Su brazo.
Extendí mis dos brazos primero me miré el brazo derecho y no vi nada, pero al girar la cabeza para ver el otro comprobé que tenía una herida de quemadura que parecía muy reciente, la piel estaba en carne viva pero a la vez mostraba ya señales de cicatrización, en ella se podía leer claramente: "Matar a Jack".
– No sé quién lo ha hecho, pero yo no. – Dije sin saber muy bien cómo, cuándo y quién me lo había hecho, al mismo instante que voceaba de dolor al tocarme la herida. No tenía palabras, me había quedado muda, sin saber cómo explicar qué era aquello.
Mi madre entraba en ese instante en la cocina y al verme el antebrazo se quedó quieta, sin decir nada, solo miraba la herida. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Volví a perseverar:
– Yo no he sido, os lo juro, no quiero matar a Jack, si pensáis eso sois idiotas, además no podría y lo más importante, ¿qué gano yo matando a Jack? Que me pelee a veces con él no significa que tenga ganas asesinarlo.
Sabía que mis palabras no estaban ayudando, sentía que simplemente lo empeoraba todo. Mi padre consiguió reaccionar y le susurró a mi madre algo en el oído. Acto seguido mi madre se acercó a mí, me cogió el brazo bueno con fuerza y me llevó directamente al coche, detrás de nosotras nos seguían mi padre y Jack, que cogieron el otro coche, mientras por la ventanilla mi madre les decía que los esperaba en casa de la abuela. Algo que no tuvo mucho sentido en mi cabeza hasta días después. Los abuelos estaban en las afueras del pueblo. Segundos después, encendió el motor. Durante el viaje no nos dirigimos la palabra, y al no saber a dónde nos dirigíamos me vi obligada a preguntar:
– ¿Dónde vamos?
– No hables, mantén las palabras guardadas para ti misma. – La rudeza con que lo dijo me asustó, pero no me callé. Tenía que convencerla de que yo nunca la haría daño a Jack.
– Te lo juro mamá, yo no lo he hecho, por favor ¡créeme! ¿Tú crees que mataría a Jack? Aunque a veces sea muy pesado no es razón para matarlo.
Mi madre no decía palabra, solo miraba al frente, a la carretera, sin contestarme. Cuando pensé que me iba a contestar un "te creo, tranquila, todo saldrá bien" o algo por el estilo, solo se limitó a decir:
– Hemos llegado.
No sabía dónde estábamos, era un edificio grande, con las paredes pintadas de blanco en la zona alta, mientras la parte baja era de ladrillo. Grandes ventanales iluminaban aquél lugar, donde en la entrada decía: Hospital Psiquiátrico de Benson. Mi mirada se posó en el perfil de mi madre, su pelo castaño recogido en un moño, me permitía ver esos ojos grisáceos que no mostraban expresión alguna que yo pudiera descifrar. Mi cabeza seguía pensando que había dos posibilidades: una que era una tomadura de pelo o algo por el estilo, una broma macabra para darme una lección por quedarme dormida y no vigilar a Jack; o dos que aquello iba muy enserio y que o me quedaba allí o estaría yendo a aquel hospital cada semana para estar en tratamiento por algo que yo no había hecho. Su seriedad me dejó bien claro que mi primera opción no era válida. Estábamos allí no por ninguna broma, aquello iba a ser de lo más real.
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No te duermas [Editando]
Mystery / ThrillerEmily es una chica con unos sueños, con unas metas que algún día quiere conseguir. Tiene sus estudios, un hermano y a sus padres. Con ella están también sus amigos, su novio que nunca le falla, pero desde hace unos meses en su vida se ha incorporado...