Capítulo 7: Secretos.

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Me abalancé a Jack y lo abracé con fuerza.

– Te quiero, te quiero, te quiero cuando saquen otro mejor te daré permiso para que tires éste también por el váter. – Empecé a darle besos en la cabeza.

– ¡Quita! – Se apartó de mí e hizo el gesto de limpiarse la cabeza con la mano. – Que asco...

– Anda vayámonos, que si no a éste paso no nos iremos nunca.

Silvia nos llevó a Alex, Sandra, Carlota y a mí en su coche y papá llevó a Ian, Matt y a Jack en el otro. A las 19:18 llegamos a la casa del lago, a los quince minutos papá se fue, eso sí, nos dejó la chimenea encendida a pesar de ser verano en aquella casa hacía frío, llevaba tiempo cerrada, a pesar de que hubieran ido a reformar hacía escasas semanas

– ¿Qué queréis cenar? – Preguntó Silvia

– A mí me da igual... – dije, miré al resto y se encogieron de hombros, – a todos nos da lo mismo, haz lo que haya, ya nos irá bien.

Jack se dirigió a la nevera.

– Pues como no queráis comer... – abrió la nevera – nada.

– ¿Habéis venido todos estos días y no habéis caído en que la nevera estaría vacía? – Me reí con una carcajada sonora. – Y si ¿pedimos una pizza?

– Que sean dos... – Contestó Alex.

– Te vas a poner más gordo de lo que ya estás. – Dije para chinchar.

– Perdona, pero soy considerado el tío más macizo de toda la secundaria. – Lo había conseguido, se había molestado.

– No seas ingenuo... – dijo Ian.

– Bueno pedimos las pizzas. – Interrumpió Carlota, Alex la miró un poco mal ya que no le dejó contestar a Ian. – ¿Qué? no me mires así tengo hambre...

Pedimos dos pizzas como habíamos decidido al final. El pizzero tardó un rato, era de lo más normal estábamos a las afueras del pueblo, decidí darle una buena propina por las molestias, dos horas de ida y dos horas de vuelta para entregar unas malditas pizzas y para cuando llegaron ya estaban un poco frías, pero Silvia las metió a calentar en el horno un momento.

Cuando tres cuartos de hora después ya habíamos acabado de cenar. Eran 23:14 y nos sentamos todos en los sofás tanto Jack como Sandra se quedaron dormidos veinte minutos después, Matt cogió en brazos a Jack y se fueron a dormir y Alex hizo lo mismo con Sandra, quien dijo que quería dormir sola en un cuarto así que decidieron que su cuarto por estos días sería la primera puerta por la izquierda justo al lado de las escaleras. Desde donde yo estaba se veía la parte superior de la puerta de esa habitación, 5 minutos después de que entraran pude ver como se abría la puerta y salía Alex por ella.

Me levanté para ir a la cocina a por un vaso de agua cuando Alex bajaba las escaleras, pero algo había cambiado después de que bebiera el primer trago pero decidí no darle importancia. Volví a beber, dejé el vaso en el fregadero. Al girarme me asusté al ver a mi madre en frente de la isla, jugando con un cuchillo.

– ¿Cuándo has llegado? – Era una pregunta estúpida, teniendo en cuenta que estaba con un cuchillo.

No me respondió seguía mirando fijamente y haciendo girar el cuchillo.

– ¿Mamá? – Me acerqué a ella. – ¿Estás bien?

Le toqué el hombro y me miró, me asusté ante su reacción y más por su mirada, ¿qué diablos le pasaba?

Sus ojos llenos de odio, cargados de enfado, de sangre, literalmente. Sus cejas pronunciadas, haciendo que su expresión fuera aún más dura.

– ¿Mamá tú no te ibas mañana con papá a Florencia? ¿Qué haces aquí? – Dejó de mirar el cuchillo a mirarme a mí, aquella cara, aquella cara no la había visto nunca en ella. – Me estás asustando.

– Pronto dejarás de entrometerte... – se abalanzó a mí con el cuchillo en su mano derecha.

No te duermas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora