Capítulo 77

212 17 2
                                    

- Julietha -
El peso en sus hombros.

Me doy mil vueltas y me niego a levantarme, pero no sé cuanto tiempo a pasado y gracias a mis giros en la cama, sé que Aarón esta en cualquier lado menos aquí, escucho un gruñido de frustración que me despierta por completo.

Paso las manos por mis ojos, viendo la hora en mi celular, más de la dos de la madrugada. Me inclino sobre mis codos estrechando los ojos y adaptado mi vista a la luces de las lámparas que Aarón tenía encendidas iluminando su escritorio lleno de piecillas de su maqueta.

Tiene sus manos sobre sus ojos y se frota la cara en un gesto ansioso y en la tensión de sus hombros puedo ver la presión y estrés que siente.

Me levanto de la cama con cuidado de no pisar algo y enciendo las luces, así no puede trabajar en lo que está haciendo, y necesita concentración, nada de distracciones, es muy minucioso con sus trabajos y muy estricto a cuánto pulir cada detalle.

—¿Aún no terminas?—susurré viendo partes de su maqueta sobre el escritorio, edificios hechos por tabletas y pequeños cristales, árboles de mentira, madera y cartón prensado disperso en el suelo, piezas aún sueltas, pero ni un cimiento de la maqueta.

Inclinó su cabeza con los ojos cerrados, claramente cansado, paso mis manos por sus hombros desnudos, veo una vendita en su pulgar con una ligera mancha magenta que supongo es sangre seca.

No puede continuar así. Nadie trabaja bien bajo presión, lo he visto hacer proyectos más pequeños en menos de 24 horas, pero especialmente este, lo ha hecho y deshecho cerca de tres veces.

—Aarón.—susurro plantándome delante de él, tiene la espalda recostada en el respaldar de la silla, su aspecto es de derrota total.—Descansa al menos una hora, por favor.

—No puedo permitirme dormir sin haber terminado, pelirroja.

Odié su negación.

—Vas a trabajar mejor si estás descansado, te ves demacrado.—río ante mi acusación pero continué sentándome en el borde la cama y sujetando su mano.—No vas avanzar nada si te estás muriendo de sueño, tienes que presentar ese trabajo mañana y...

Vi que no me estaba prestando atención. Sus pensamientos lo llevaron a otro lugar.

—¿Qué piensas?—pregunté tomando su mano entre las mías, acariciando el dorso de la misma con mi pulgar.

Sacudió la cabeza con remordimiento. Tenía que atar cabos, encontrar lo evidente que parecía estar camuflado.

En mi mente apareció la imagen de su padre, lo estricto y pretensioso que era, luego recordé que fue de jurado para la feria de ciencias a mi preparatoria, sus comentarios sin escrúpulos a simples adolescentes que daban lo mejor de sí y lo agradecida que me sentí que no me había tocado con él.

Su padre lo tenía así, rememoro que una vez mencionó que su padre estuvo presente en su primera exposición en la universidad, los puntos que le bajaron por tartamudear y de la decepción que le dio. Resonó como una voz susurrante el constante "no me importa lo que diga" cuando en realidad no era así.

Los golpes de mi padre se convirtieron en mi tormento, los miedos de Richard Navarro pasaron a ser los míos y los estándares inalcanzables de su padre eran los tormentos de Aarón, lo que no consiguió Cristobal Ruiz quería que su hijo lo hiciera por él.

Somos solo el reflejo de cómo nos criaron.

—No tienes que impresionar a nadie, solo a ti. Tu trabajo es perfecto y lo sabes.—acomodé un mechón cabello detrás de mi oreja después de salir de mi ensimismamiento.

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora