Capítulo 62

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Con todos, menos con ella.
- Julietha -

Iba por la segunda lata de cerveza, salí antes de casa y le pedí a Iván que me recogiera en la heladería que quedaba cerca de casa.

Odie sentirme como una promiscua esperando un auto en la esquina de una calle, odie que un camionero me tocara el claxon cuando paso por delante de mí, odié subirme al auto de Iván con su mirada solo centrándose en mis piernas.

Está tomando un mal camino por una estupidez y lo sabía, era consciente del desastre que estaba convirtiendo mi vida por no poder llevar una "ruptura" como dijo Francisco.

Tenía miedo y me sentía insegura, ¿qué diablos estaba haciendo? ¿Por qué no tenía la suficiente dignidad y amor propio como para negarme cuando no quería? ¿Por qué no podía alejarme de Iván, de lo extraña que me sentía cuando estaba cerca de él?

Lo descubrí poco después de que salimos de su habitación, de que me poseyera por segunda vez en su vida. Porque me quería acostumbrar a eso, olvidarme de alguien más y reemplazarlo con Iván, pero nadie iba a ocupar ese lugar, nadie era Aarón y nadie iba a llegar a estar tan dentro de mí como lo había hecho el arquitecto.

Ahora solo quería legarme en un taxi a casa, decirle que lo perdonaba y que establezcamos una relación, que me sentía como una mierda y le rogaría que me abrasase bajo las sábanas.

—¿Todo bien, princesa?—cuestionó Iván sentándose a mi lado.

—Sí. Perfecto.—mentí bajando la mirada.

Me acerco más a él, robándome un beso delante de sus amigos que ya estaban cayéndose de borrachos y hacían lo mismo con otras chicas, aunque veía algo extraño en ellas, las observé detalladamente.

La rubia bonita se estaba quedando dormida en los brazos de un tipejo que le estaba besando el cuello, una castaña de ojos celestes parpadeaba con pesar y reía atontada. Aguanté dos horas más, no sé cómo pero lo hice, cada vez que Iván se alejaba les preguntaba que si estaba bien y ellas decían que si a pesar de que el olor a whisky barato me aseguraba lo contrario.

Salí hasta el jardín delantero, tensándome por el frío a pesar de llevar mi abrigo y esperé ver si algún taxi pasaba, ni una sombra aparecía. Iván me buscaría en algún momento e irme ya no sería mi única opción.

—¿Cuál es tu nombre?—me pregunto una chica más menuda que yo y de tez pálida con unos mechones morados.

—Julietha.—me limite a decir.

—Lárgate de aquí. No aceptes nada que te den el grupo del rubio, ellas ya no salen de casa, tú aún puedes.

—¿Qué estás diciendo, Erika?—nos sorprendió la voz de Iván.

—Qué ya era muy tarde y me tenía que largar de su cuchitril asqueroso.—río antes de tomar el último sorbo de su vaso, aventarlo al césped e irse en un taxi.

—¿Qué te dijo?—me preguntó poniendo una mano en mi espalda baja.

—Nada.—respondí monótona.

—¿Vamos adentro?

—Ya me tengo que ir.—dije temblando.

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora