Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)

Capítulo 94

No pierdas tu brillo, nunca.
- Aarón -

Cerré el libro que tenía abierto en mi escritorio con fuerza. Apoyé mis manos entrelazadas en la mesa y descansé mi cabeza.

No podía estudiar así, sabiendo que Julietha piensa que soy una mierda de persona y que siempre le mentí. Me duele la cabeza y el pecho el solo hecho de recordar su rostro mientras hablaba, no pude hacer nada, en el fondo de mí era consciente que tenía las manos atadas bajo el poder de Natalie...y mi padre.

—¿Estás bien?—empujó mi espalda y se sentó en mi regazo. Llevaba un vestido ajustado, quien la viera no pensaría que estuvo embarazada o que es madre.

—Muévete.—ordené levantándola del brazo.

—Vas a tener que acostumbrarte, mi rey. Ahora somos una familia.

Y como si de especie de broma se tratase mi mamá le entregó la bebé a Natalie, estaba un poco más grande que la última vez que la vi en la presentación. Mi madre me escaneo de pies a cabeza detallando la escena, por mi padre se enteró que terminé con Julietha y que aparentemente había regresado con Natalie.

—¿Es hermosa, cierto?—me preguntó apoyando su espalda en el borde la mesa.

No respondí. Había dejado a la mujer que amo para asegurar nuestro bienestar y su seguridad, no para estar halagando bebés ajenos.

—Espero que no encarguen el segundo pronto,—mi madre acarició la mata de cabello de Maricielo chupando su pulgar en la boca—primero a terminar la carrera, ¿eso fue lo que acordaste con tu padre, verdad hijo?—inquietó.

—No habrá segundo, madre, y nada impedirá que termine la carrera.—avisé tomando mi celular y saliendo del ex-despacho de mi abuelo—si me permiten tengo que responder.

—¿Quién te habla?—desesperó Natalie.

Alabé que al menos la cabeza me funcionase para re-agendar a mis contactos, incluido mis amigos y a...Julietha.

—Del trabajo.—le enseñé la pantalla del móvil.

—Natalie deberías dejar de ser tan posesiva con Aarón. Por tu bien.—comentó mi madre.

—Mamá, metete en tus asuntos, por favor.

Supuestamente me llamaba un tal Fernán Calucci quien en realidad era Fernanda. Salí al balcón del segundo piso en una habitación de huéspedes colocamos el pestillo en la puerta al entrar, me encendí un cigarrillo luego de saludarla.

—¿Vienes no?—pregunté. Mi madre organizó una de sus fiesta por mi cumpleaños, que ahora al recordarlo me...duele.

—Claro y llevo compañía.—respondió con la misma labia con la que te endulzan para comprar un producto innecesario.

—No quiero que se incomode. Mi madre no sabía nada, cuando envió la invitación Julietha aún era...mi novia.—titubeé al pronunciar las palabras.

—Tu evitación es sofocante. ¿Qué pasó, Aarón? ¿Qué cambio?

—Nada, Fernanda.—intenté olvidar ese tema, se suponía que no debía hablar con nadie sobre ese asunto.