Capítulo 68

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- Julietha -
Solo un ángel como ella podría caer por un demonio como él.

Era miércoles, ya había pasado exactamente una semana desde que llegamos, la casa está vacía, vi por el sendero que Fernanda y Adrián se iban a la playa, Jhonatan seguía empecinado en conseguir quedarse en el flotador banano por más de dos minutos y Dominik dándole apoyo motivacional, Logan y Luana pasaron en una moto de arena, Francisco pretendía a turistas internacionales y Aarón...

Me replanteo mi existencia y no sé dónde está Aarón.

Juego con una manzana entre mis manos, Para mi mala suerte, desde que descubrí el amor, sé que eso es lo que él provoca en mi, al final lo consiguió ¿no?, él ganó, eso me fastidia mucho, pero como buena perdedora que soy debo admitir que el chico logró que la que no sentía de nada, sintiera de todo.

Doy un mordisco a la fruta en mis manos. Hablando del Rey de Roma, veo como baja por las escaleras reluciente y recién afeitado.

—Julietha.—saluda sonriendo, retrocedo un paso.

—Arquitecto.—canturreé con diversión, trazo una ruta en la cual no implique cruzarnos, mientras muerdo la manzana.

Desvío mi mirada hasta el atardecer que se dibuja en el horizonte. Traje mi bloc de dibujos que ya no es tan privado y mi lapicera, el atardecer hermoso combina a la perfección con el mar, eso genera que mi cerebro comience a maquinar miles de ideas para que mis manitas comiencen a plasmarlos en dibujos inspirados en las líneas anaranjadas y amarillentas que se forman en el cielo.

—¿Qué es eso?—pregunté cuando noté dos bolsas de papel en su mano.

—Ten.—me tendió una en la barra de desayuno.

—¿Gracias?—sonreí confusa.

Abrí la bolsa y vi dentro que tenía cinco galletas de la fortuna.

—¿Son de ese restaurante que encontramos?

Hago mención al restaurante japonés donde almorzamos hace unos días y mencioné que me gustó, era muy tradicional y pintoresco.

—De ese mismo.—aseveró.

No le busco la quinta pata al gato y abro la primera galleta, al igual que él, abro el acordeón de papel leyendo en voz alta:

—Tendrás una vida larga y plena.

—Algo bueno pasará.—continúo él.

—Que explícitos.—reí sacando la segunda galleta.

Mi manzana mordida ya había quedado a un lado y por poco en el olvido.

Noté que la galleta era distinta al resto, tenía un leve realce en forma de flor, lo detallé y había notada que Aarón se tensó en su taburete aunque trató de disimularlo. Dejé que él abriera primero su galleta y luego lo hice yo.

La sonrisa se esfumó de mis labios. No podía hablar y su mirada penetrante frente a mí, no me ayudó. Necesitaba pensar. Una cosa es sentir de todo y más por él y otra muy diferente es decírselo a su cara, sí, soy una cobarde.

Hace menos de cuatro meses ni siquiera quería esta mierda, no quería enamorarme, y él lo logró.

Tomé el papel entre mis manos y salí hasta la playa, ya no había turistas, solo algunos surfistas. Sigo caminando hasta llegar a la orilla del mar, mis pies descalzo sienten la fría agua salada y mi cabello revolotea por la fresca brisa del mar, haciendo que mi cuerpo se estremezca, y mi pecho comenzó a subir y bajar frenéticamente.

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora