Capítulo 65

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- Julietha -
Una acción vale más que mil palabras

Siempre pensé que los ciclos se cerraban cuando habías aprendido la lección.

Que equivocada que estaba.

Los ciclos se cerraban cuando llevabas consigo a una nueva etapa de la vida todo lo que necesitabas de la anterior. Si dejabas algo, así sea un recuerdo que era importante para avanzar nunca conseguirías cicatrizar esa herida, ese episodio iba a continuar.

Ahora entendía porqué no pida olvidar lo poco que había vivido con Aarón, porque lo necesitaba a él para seguir caminando. Lo necesitaba y sentía que eso estaba mal. Ayer fue una noche muy avasalladora para mí, sentía que mi mundo se venía abajo pero él estuvo para sostenerme cuando me caía.

Quería a Aarón y quería perdonarlo. Comenzar algo bonito y que me llene de paz, quería seguir trabajando en mí, en saber que quería en mi vida agarrada de su mano. Quería formar parte de su vida.

—¿Me estas oyendo?—repitió Dominik a través de la línea.—¿Hola?

—Tengo sueño.—confesé examinando el cuadro que aun seguía en el caballete.

—¿Desde cuando te da sueño al oír un chisme?—preguntó exagerada como toda la vida.

—Desde que voy a la universidad y estudio diez mil horas al día.

—Te noto distante, ¿Qué tienes? ¿Tu chacra no produce, te falta sexo, tu hermano no te quiere?

—Ninguna de las anteriores. Es solo cansancio acumulado.—mentí.

—Llegamos a un bar, a veces unas copa ayudan para el estrés.—murmuró divertida.

—Solo por una noche pero luego lidiar con la resaca dos días seguidos no suena el mejor plan del mundo, así que no gracias.—reí.

—Si no tienes resaca eso quiere decir que no fue una buena borrachera, ¿entiendes?

—Comprendo tu punto pero mañana tenemos un viaje ¿lo recuerdas? Te prometo que pierdo la consciencia contigo la semana que viene ¿okey?

—Bueno, bajo esa condición, nos seguimos comunicando, intentaré convencer a Lu, byeee.

—Adiós. Mañana lleguen temprano al aeropuerto. No tomen de más, gracias.

—Aguafiestas.

—Yo también te quiero, Mini. Bye.

Colgué la llamada tras oír su despedida y pensar que hace mucho no tenía una conversación tan larga con ella. Anoté mentalmente que tenía que reservar una noche para ponernos al día.

Salí de mi habitación por una botella de agua. No era muy tarde, aún veía las luces prendidas del cine, escuchaba gritos desde la mini sala de estar del segundo piso y oía pasos en el pasillo.

Que causalidad que cuando yo fui a la cocina ni un alma en pena había en la sala de estar principal. Vislumbre la sombra de Francisco en una tumbona con su portátil en las piernas y estuve a punto de gritar cuando vi a alguien detrás de la puerta de la nevera abierta.

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora