Capítulo 14

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- Julietha -
Dolor latente

Me dejo caer en mi cama, tengo un desorden en mi escritorio por terminar de arreglar y ya fui invadida por la flojera en mi ser, mañana lo haré. Estampo una almohada en mi cara, me odio, me odio y me odio, dije que el arquitecto no me volvería a besar, que no tropezaría dos veces con la misma piedra y literalmente, hace 3 días lo hizo de nuevo.

No rechiste, no pasó nada más, fue un simple beso que removió todo dentro de mí, me sentí demasiado bien cuando me beso, era algo que necesitaba al sacar el tema de mi cumpleaños, el tema del amor, el tema de su dichosa novia y pasó.

No puedo devolver el tiempo ni mucho menos decir que no lo volvería a hacer, me deje llevar por mis impulsos, mi irracionalidad y mi instinto de imprudente derrotando así a lo que tanto me había estaba evitando con todas mis fuerzas, que mis emociones no sean tan notorias ni se muestren con facilidad.

La cancioncilla de mi celular me desconcentra de mi momento de desahogarme mientras maldigo al cielo. En la pantalla del aparato aparece la palabra «Mamá», contesté apresurada y en el proceso casi termino con el celular en el suelo, porque después de más de una semana recién puedo escuchar la voz de mi hermano y mi madre.

—¿Cómo estás cariño?—pregunta con su voz tierna y dulce.

Pagaría lo que fuese para poder ir a ver a la mujer rubia que me dio la vida y al niño de cabello castaño clarito con ojos azules, la única que tenía el cabello rubio natural era yo, Santiago y Logan lo tienen de un color castaño entre queriendo y no queriendo pasar al rubio.

—Todo bien, mamá. Aún faltan tres semanas para que empiecen las clases.—cuento un poco de lo que he vivido, solo pequeñas cosas superficiales—No he tenido problemas con mis compañeros y ahora quiero saber si Santiago está cerca.

Decliné la idea de decirle que me he besado dos veces con un chico que tiene como novia a mi ex-mejor amiga, la misma que arruinó mis últimos años en la secundaria.

—¿Compañeros?¿Son todos hombres?—interroga paranoica y asustada, su cordura desapareció con una sola palabra, wow, ahí vemos de donde saqué lo dramática.

—La mayoría, hay una chica más, Fernanda Castañeda, si te ibas a poner así mejor no venía.—acusé intentando que la risa no se propague, la verdad que ya no me incomodaba tanto la decisión que tomaron sin consultarme.

—Hija ya sabes, siempre usa protección. Estas en una etapa donde tus hormonas están disparatadas y tener a tantos hombres cerca no es recomendable.—indica haciendo que mis mejillas se tiñan de un suave rosado por la vergüenza que me proporciona su comentario.

—Lo sé, ¿recuerdas la charla que tuvimos días antes de subirme al avión?, pues aún toda la información sigue en mi memoria.—argumento.

En esos cincos días antes de venir a Los Ángeles se convirtió en una maniática con respecto al tema del sexo, tener una madre doctora y protectora a la vez conlleva a terminar con secuelas de locura.

Ese no era un tema nuevo, sabía que algún día iba a llegar esa "charla" pero como nunca he tenido novio, creí que no llegaría hasta ese momento, si no hubieran colmado mi paciencia hace una semana ni siquiera habría besado a alguien, mucho menos me iba a acostar con ese alguien.

—Mamá quiero hablar con Julietha, por favor.—pide una vocecita que apenas escucho, no sé si es normal sentir a mi hermano tan lejos de mí de manera figurativa, es como si toda mi vida se hubiera quedado en Seattle, en ese pequeño.

—Ten.—escucho la voz de mi madre a través de la línea, claramente el aparato pasa a manos de Santiago, me encantaría darle un abrazo, lo extraño demasiado.

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora