Capítulo 12

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- Julietha -
Manzana prohibida

La palabra fiesta, solo me llamo la atención a mis quince años, cuando mi lado rebelde estaba en todo su resplandor, ahora esa misma palabra es sinónimo de cervezas, parejas liándose y problemas, sobretodo esto último.

Ayer fui a coordinar con las chicas que me ofrecieron el trabajo, empiezo desde mañana, lunes, tener a Aarón a mi lado como mi chofer no fue tan malo como pensaba, no creo que el beso haya sido gran cosa para él, y que yo aún piense en eso, es detestable.

No sé qué me molesta más: que mi primer impulso fuera besarlo o que no me arrepienta de ello.

Con respecto a la tarde de películas, estuve muy atenta a cómo funcionaba el proyector y demás, por si quería invitar a Dominik alguna tarde de estas. El ambiente se volvió muy tenso cuando llegó Natalie, tener a la parejita dándose besos y susurrándose al oído al frente de nosotros, me daba náuseas.

Lo único bueno fue que vimos películas de terror, que aunque me dan sustos de muerte y que luego el pánico se apodera de mí al ir sola al baño, me encantan y también que sí hubo helado como aperitivo, todos se me quedaron viendo como "¿y esta loca que tiene?", mis gustos son extraños y no los culpo. Sé que aún hay más en la nevera, si esa fiesta se vuelve aburrida, aún me queda la opción de volver a casa y pasar el tiempo con Netflix y el helado, el dúo perfecto.

Ahora estoy sentada en la cama de la rubia, viendo como repasa cada uno de sus vestidos, se supone que me iba a prestar uno, no toda una colección.

—¿No puedo ir con unos jeans y ya?—suelto con una sonrisa de disculpa.

La manera en que voltea su cuello, me asusta, quizás después de eso necesite ir a un quiropráctico o usar un collarín.

—¡No! Es como decir que las sandalias y las medias combinan.—se queja volviendo a su labor.

—¿Okey?—dudo en respuesta.

Tenemos una hora para estar listas, yo en la mitad del tiempo estoy dentro del auto pero la rubia ojiverde no.

Me hago a un lado, a la vez que ella coloca tres vestidos, uno de color blanco, otro, negro y el último de color rojo, sobre la cama.

—Descartado el blanco.—señalo tajante.

Con la torpeza que causa una buena borrachera no quiero arriesgarme a que un estúpido derrame algún líquido encima mío.

«Prefiero prevenir, basada en mi experiencia personal»

—Tienes razón.—concuerda conmigo la rubia.

Intento jugar «de tin marín de do pingüe» en mi cabeza para elegir entre las dos ultimas alternativas y al final Fernanda me estampa uno en el pecho, sin dejarme decidir, me obliga a ponerme el vestido negro.

—Va más con tu figura.—sentencia mucho más emocionada que yo.—Ve a alistarte, que nos va a faltar tiempo.

Me contagio de su alegría y salgo de su habitación, que es mucho más grande que la mía y que recalca a gritos que es diseñadora de modas, los recortes de revistas, los ultimas tendencias y dibujos están dispersos por cualquier parte que voltee.

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora