Capítulo 10

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- Julietha -
El beso de la discordia

El calor es más que insoportable, estoy comenzando a sudar demasiado y eso que sólo traigo puesta una camiseta larga, sí, esas prendas no pueden faltar en mi día a día, el reloj marca las tres de la madrugada y no puedo dormir por más que ponga todo mi esfuerzo en ello.

Abro la puerta para ver si alguien más está cerca, rondando por ahí, porque quiero ir a la cocina por una botella de agua pero no pretendo exhibirme como obra en museo, y después de agradecer al universo que no haya muros en la costa, salgo del pasillo.

Me sobresalto al ver la puerta abierta del refrigerador, parece que no era la única que estaba sedienta.

—Solo hay una botella de agua helada, ¿o compartimos o yo la tomo?—advierte la gruesa voz de Aarón.

Rebuzno por su egocentrismo.

—Prefiero eso a no beber ni una gota.—levanta la mirada al escucharme y me da una primera vista de su torso desnudo.

Ese tatuaje, verlo me causa incomodidad, mi corazón comienza a latir rápido y no entiendo por qué, necesito saber el significado.

Un tatuaje no es un solo un tatuaje, si alguien se hace uno es para impregnarlo en tu piel de por vida, para que esté en presente en tu memoria cada noche y día, hasta el infinito.

Deja la botella de agua con brusquedad sobre la isla de la cocina y se dirige a sacar dos vasos de los gabinetes grises.

En vez de quedarme viendo el espectáculo como una idiota embobada, saco hielos de la parte más fría del refrigerador y la helada que recorre mi cuerpo es lo mejor que he podido sentir.

Suelto la bolsa de hielo en la isla de mármol, dejó caer tres cubitos en mi vaso con una lentitud de caracol. Contemplo las gotas que se rebasan por el impacto del hielo como si fuesen un enigma por descubrir, todo lo contrario a lo hace Aarón, que agarra un puñado en su mano y agiliza el proceso.

Antes de poder disfrutar la fresca bebida devuelvo la bolsa de hielos a su lugar. Después de un exquisito sorbo de agua humedezco mis labios.

Una comparación patética pasa por mi mente haciendo que una risa tonta salga de mi boca, trato de disimular con otro sorbo aunque me es casi imposible y solo consigo empeorarlo más.

—¿Te estás riendo de mí?—pregunta el señorito a mi lado.

—El mundo no gira alrededor de ti, Aarón.—aclaro con obviedad, trayéndolo de vuelta a su triste y cruel realidad.

—El mío sí y el de muchas chicas como tú también.—suelta con una sonrisa maliciosa y su complejo de superioridad que tanto lo caracteriza

—Muchas chicas quizás, pero yo no soy tan estúpida como para liarme contigo—mi voz es firme y segura—por algo tengo cerebro y sabiduría.

—Yo no quiero nada que venga de ti, princesa—entorno los ojos y la rabia lidera mis sentimientos, es una emoción muy conocida y famosa en mi ser.

No le entra en su miserable y pequeño cerebro que odio que me llamen princesa, para muchas es un halago pero para mí es el insulto más bajo que me pueden decir con tanto descaro.

—Yo soy de todo, menos una princesa. —escupo con tanto odio que hasta yo me doy miedo.

—Eres una caprichosa e inmadura princesa, no pretendas tapar el sol con un dedo.

—El día que conozcas lo que he vivido, ahí recién opinas.

—El día que controles lo que sale de mi boca ahí recién podrás callarme, princess....

Te amo hasta el infinito. (INFINITO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora