El chico de al lado ©.

Capítulo 01

BLUE

Después de estar manejando exactamente una hora, papá me dio la ubicación de nuestra nuevo hogar. Me estacioné cuando el gps me indica que habíamos llegado a nuestro destino, observo a mi padre sonreír de oreja a oreja mientras me saco el cinturón.

—Ya llegamos.

Abrí la cajuela antes de apagar el motor, bajo del auto y observo el edificio. Parece un pongo antiguo, tiene escaleras de emergencia a los costados lo cual me parece algo clásico.

—Tu tía está adentro esperándonos —dice cerrando la cajuela haciendo que de un respingo.

—Mhm —solté.

Mi padre entro con las maletas y yo lo seguí hasta el living del edificio, mi tía chilla cuando me ve y corre abrazarme, nos vimos hace poco pero siempre reacciona así cuando nos vemos.

—Blue, estoy tan feliz de que estés aquí —besa mis mejillas.— Tenemos que ponernos al día en todo.

Me rio sonoramente, mi tía Claire solo tenía 27., alma joven para mi casi como una hermana. Ayude a mi papá con las maletas mientras mi tía nos arrastra al ascensor, presiona el piso número 10 por lo cual sólo hice una mueca encogiéndome de hombros.

No estábamos tan lejos del suelo. Solo 10 pisos de diferencia.

—Arreglé su departamento, aun que se que no pasarás aquí —mira a mi padre.— Pero bueno.

—¿Tienes Wifi?

—Claro, ahí está la clave —señala una pequeña serie de número a un costado del ascensor.

—Cool.

Nos iba explicando el mecanismo del edificio y esas cosas, cuando llegamos al décimo piso se gira otra vez hacia nosotros.

—Es probable que ya haya agua caliente, estuve mandando al diablo a estos plomeros de su chingada madre.

Me carcajeo, unos cuantos pasos mas y abre la puerta de nuestro departamento, corrí rápidamente al pasillo donde se encuentran las habitaciones y abrí la primera puerta.

Cuando  mis ojos recorrieron la habitación, una sonrisa se asomó en mi rostro, oigo a papá hablar con mi tía y salgo rápidamente, lo ayudó con mi equipaje y me encierro en mi habitación.

Dejé la maleta encima de la cama y la abrí. Saco algunas fotos que empaque y las colgué en mi pared. Papá había dicho que algunas de nuestras cosas estarían aquí antes de venir y estaba en lo cierto. Mi habitación poseía mis viejas cortinas y mi cama con sus sabanas de color menta.

Mi móvil sonó en el bolsillo izquierdo de mi pantalón y lo saqué para verificar de quien se trataba, era Tristán. Descolgué la llamada y su sonrisa apareció en la pantalla.

—Hola —saluda.— ¿Qué tal el viaje?

—Dios, se ve que es muy tarde allá ¿Qué hora es?

—Cinco de la mañana —Responde encogiéndose de hombros.

—¿No deberías estar dormido?

—Quería saber cómo llegaste.

—Pues algo cansada, aquí son las una de la tarde —resople.— Está haciendo mucho frío de lo que pensaba.

—Pero tú amas el frío.

—Lo sé, pero hace demasiado frío. Iba a darme una ducha —hago una mueca.— ¿Te escribo más tarde?

—Hecho, salúdame a tu tía Claire.