44 | Pesadilla.

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HANNAH HUDSON

"Él no vino.

Rompo en llanto, el piso me tiembla haciéndome caer de rodillas en este y mis manos se empapan de lágrimas cuando intento retenerlas. Mi ritmo cardiaco aumenta y mis cuerdas vocales se desgarran cuando grito, no entiendo por qué me duele tanto si yo fui quien lo mandó a la mierda todo primero.

Unos zapatos negros y lustrados parecen en mi visión, levanto la mirada cuando una mano enguantada se posa en mi hombro.

Lo sentimos, señorita —dice el policía haciéndome fruncir el ceño —No la encontramos.

¿De dónde salieron estos policías?

Miro a mis alrededores confundida, ya que no estoy en el departamento que comparto con las chicas.

Veo la tierra bajo mis rodillas y noto que estoy en el acantilado de un río, está todo rodeado de policías, cordones amarillos que mantienen el perímetro asegurado, enfermeras y gente con trajes blancos.

No, no ¿Qué hago aquí?

Me levanto con ayuda del policía que me entrega una manta que me cubre del helado viento de la noche ¿Cuándo oscureció? Mis ojos llegan a arder y mi labio inferior tiembla junto a mis manos.

Camino con ayuda del policía, ni siquiera sé para dónde me lleva ¿Qué hago aquí? ¿Cuándo volví a Connecticut?

Busco con la mirada a mi mamá, pero no al encuentro sin embargo me congelo al verlo.

Unos ojos grises se encuentran con los míos, a pesar de las lágrimas y el miedo sonrió caminando hacia él zafándome del policía. Está aquí. Está serio y con una mirada que me preocupa ¿Qué le pasa? Mejor dicho ¿Qué hace aquí? ¿Cuándo vino?

El piso se me vuelve a mover haciéndome caer, vuelvo a levantar la mirada y pego un grito asustada al sentir una mano abofetearme haciéndome dar con el piso golpeándome la cabeza. El recuerdo del día en que ella desapareció se instala en mi cabeza.

El cuerpo me comienza a pesar, junte todas mis fuerzas para levantarme con impulso de mis brazos y manos. Al levantar la mirada miro a quien me abofeteó.

Hola, mi amor.

Me levanté como pude y camine hacia el chico de ojos azules que me sonríe, tiene toda la ropa mojada y su pelo castaño se ve más oscuro por la humedad que tiene. Con cada paso que doy siento que se aleja más, me pongo a correr hacia él dispuesta a pegarle y arañarlo por llevarse lo mío.

Thomas volvió. Ya no hay policías, ya no hay nadie. Solo él y yo.

Salto sobre su cuerpo, pero doy contra el suelto ¿Qué pasa? Volteo rápido a mirar hacia donde estaba él, ya no está y tampoco estoy en el acantilado del río.

Estoy en mi habitación en Connecticut tirada en el piso observo mi cama, al lado de mi cama veo la cuna rosada y un llanto de bebe invade las cuatro paredes.

Ámbar —mi voz tiembla y mi garganta duele.

Me levanto como lo he hecho ya. Camino hacia la cuna y limpio mis manos en mi ropa cuando observo a mi bebe ¡Volvió! Sus ojitos cafés me observan con atención cuando me acerco a tomarla en brazo, aspiro su olor a bebe sonriendo mientras lágrimas no dejan de caer, la muevo entre mis brazos intentando que su llanto se calme.

¡Mamá! ¡Jack! ¡Oliver! ¡Carl! ¡Ámbar está aquí!

Salí de mi habitación con ella en mis brazos, bajé las escaleras y cuando estaba en el último escalón el piso me volvió a temblar. Caí y afirmé a Ámbar para que no se golpee.

Por Nosotros© ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora