17 | Primera vez.

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HANNAH HUDSON

Creo que estoy soñando o debo ir a un doctor para poder escuchar mejor ¿Cómo se llaman? ¿Fonoaudiólogo? ¿Otorrino? ¿Dermatólogo? Al parecer estoy divagando mucho y lo que me dijo Alex es real. Joder ¿Cuándo jugué a la lotería?

— ¿Qué? —murmuré aún estupefacta aun intentando controlar la tos.

Alex ríe y levanta su mano poniéndola debajo de mi mentón para cerrarme la boca que al parecer la tenía entreabierta.

—Lo que has escuchado, quiero que me acompañes a Italia y luego a España.

Siento que se me va a salir el corazón del cuerpo ¿Es que acaso es normal invitar a alguien a lugares soñados de cualquiera? ¿Qué hay en Italia? El puto Coliseo Romano ¿En España? Sevilla, siempre he escuchado que es un lugar hermoso o Madrid. Sé que también hay una mezquita en Córdoba. Voy a conocer todo aquello gracias a Alex.

Dios, eso no es normal.

Es que Dios es mucho, Italia es mi sueño y España no lo era, pero ahora sí –alguien llame a una ambulancia porque aquí me desmayo– llevo teniendo una semana de mierda, literalmente de mierda, que ni quería salir de mi habitación para lo único que lo hice fue para comer e ir a dar exámenes.

Y de repente cuando me sentía mal, al punto de estar llorando me llega un mensaje de Alex y mi mundo se desarma de una manera hermosa en la cual me emocione empezando dar saltos infantiles en la cama mientras lloraba como una estúpida.

He ignorado mensajes de Jack y Oliver. Jack ha ido al departamento, pero Liv logra sacarlo porque Naomi parece que ni viviera allí, ya que pasa saliendo con Dylan incluso hay noches que no llega a dormir. Y con Oliver no quiero, ni deseo hablar.

— ¿Hannah? —Pasa una mano por mi rostro y lo miro — ¿Qué dices?

¡Di que sí, di que sí! Grito en mi interior sin embargo me gusta ser difícil, así que hagámonos rogar.

—No sé, que voy a ser allá además que recibo a cambio —digo alzando las cejas.

Alex se queda mudo ¿Qué pensaste, Bianchi? Que aceptaría de inmediato, pues no. Aunque debería haber dicho que sí, ya que un trato es un trato.

— ¿Qué recibes? —Pregunta relamiendo sus labios —Pues, placer.

Abro mis ojos con sorpresa mordiendo mi labio inferior, pensé que podría decir cualquier cosa menos esto.

—Juegas bien, Bianchi —dije pensándolo —Penetración, me parece bien.

Él ríe.

— ¿Por qué debe ser solo penetración? Si puedo darte con esto —tensa sus dedos en la mesa e imágenes vienen a mi mente de hace noches —O con mi boca y lengua.

Se vuelve a pasar la lengua por los labios. Es mucho para mi mente tan sagrada y pura ¿Qué pureza? Le pertenezco al demonio.

— ¿Todas las noches? —le pregunto con las cejas alzadas.

—Mmm...

Una idea llega de sorpresa a mi mente.

—No espera, mejor hagamos un trato —él sonríe.

—Te gustan los tratos —toma un sorbo de bebida.

—Me gusta jugar, Alexander.

—Y a mí ganar, Hannah —sus ojos grises parecen oscurecerse al mirarme con cautela.

— ¿Entonces, aceptas?

— ¿De qué tratará? —cuestiona comiendo una empanada.

—Pues me das placer todos los días que estemos allá o si no me deberás algo o al revés ¿Aceptas?

Por Nosotros© ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora