Parte 39

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Desayuno.

Todos estamos sentados cómodamente sobre el mesón principal, esperando solamente, que alguien se dignara a abrir la boca para decir algo. La incomodidad palpable el aire resonaba fuertemente como uuna ventisca en invierno de tormenta de nieve, como los sentimientos encontrados maltrechos en la mayoría de los residentes de esa habitación, sentía todo entre ellos.

Todos se miraban entre ellos con incomodidad, se dispersaban los ojos en unos y otros como pelota de juego saltando a distintos puntos del tablero. Era sinceramente, incómodo.

Yon Sook no podía mirar al frente, porque se topaba con la mirada divertida de Jungkook. Burlesca y altanera. Si miraba a su costado, estaba la mirada de Jimin, una mirada que, por más que le gustara contemplar, estaba llena de mentira y secretos que Yon Sook no iba a poder soportar por mucho tiempo. Si miraba al otro extremo izquierdo de la mesa, estaba Jung Hyung tratando de ocultar su coraje al verla junto a su prometido, agarrando con fuerza y decisión sus muslos debajo de la mesa para no saltar y golpear a alguien. Y con el mayor de sus mas impulsos y esfuerzos, no hacer notar la cantidad enorme de celos que sentía ahora mismo. Por otra parte, si ella miraba al extremo derecho de la mesa, estaba su madre y su hermana, sin contar, al Rey.

Lo único sobrante era mirar hacía su regazo. La tenían atrapada sin darse cuenta.

-Se nota que todos se han levantado con buen humor.- Bromeo Jeon Jungkook, que para ser honestos, el no sólo disfrutaba con una placentera sonrisa generosa en su rostro, si no que, él si había dormido plácidamente con una sonrisa triunfante en la cara. Había decidido hacer lo posible por que Park Jimin deje sus tierras en corrediza, cuanto antes, pero primero, debía convencer a Yon Sook.

Porque ella, y solo ella, era capaz de lograr sencillamente, moviendo sus pestañas y con unos ojos encantadores y una sonrisa tierna, sacar a Jimin del palacio sin chistar. Y eso Jungkook lo quería usar a su conveniencia. Yon Sook había resultado ser más que solo una aliada. No sólo en el ámbito romántico y su relación cambiada con él.

Ella tenía un poder sobre las personas, que con algo de pesar, Jungkook admitía que el no poseía y que le estaban haciendo el trabajo más sencillo.

-pero por el contrario, luce como si has dormido bien, Jungkook. ¿A que se debe tanta felicidad en estos momentos tan críticos, en los que andamos?- Pregunto el Rey con una sonrisa de sorna, incomoda a su hijo.

-No lo sé, padre. Tal vez el estar en casa me pone simplemente feliz. También el hecho, que eso quiere decir, que debemos iniciar los preparativos de la boda, cuanto antes.

Jungkook se volteo a mirar sonriente a Yang Mi, que tomaba desinteresada su jugo de frutos silvestres y termino atragantándose con el agua y ensuciando de color rosado su nuevo vestido azul cielo.

-Tenemos que hablar sobre eso.- Dijo el Rey recordando que ese tema no se había tocado, desde el accidente de hace unos días. Se aclaró la garganta y miró a los ojos a su hijo menor- No creemos ni tu madre ni yo, que Yang Mi sea la mujer más adecuada para el puesto de Reyna como debería ser.

Luego de eso tomó un pan y empezó a untar le mantequilla y mermelada tranquilamente. Como si eso fuera la última cosa dicha. La última palabra, y Jungkook debería acatarla.

Un silencio abrumador se colo en la habitación sumergiendo del suelo hasta los cuerpos de los presentes. Después de un rato comiendo, el rey continuó.

—Cuando todo esté infame asunto termine, volveré a llamar a las mejores familias de Corea con hijas solteras para que vengan y te conozcan. Seguro verás a alguna preciosa mujer en alguna de ellas. —Alzó la mirada y observó a Yang Mi con algo de menosprecio —y que, por supuesto, si este a la altura tanto de modales, como de moral que se necesita para ser Reyna.

Three Kingdoms of Korea - Jeon Jungkook☑️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora