Three Kingdoms of Korea - Jeon Jungkook☑️

Epílogo

Disfrútenlo mucho.

Es la boda de Vante de Mina.

Después de años ambos profetizando su amor por medio de miradas, manos adjuntas por "accidente", sonrisas discretas, y cartas de amor. Ambos deciden, por fin, casarse cómo Dios manda.

La ceremonia fue costeada por los padrinos de anillos, que son, claramente El Rey Jeon Jungkook y la Reyna Jeon Yon Sook. Ambos sentados en primera fila, para apreciar con caras sonrientes y agradecidas con Dios, tan esperado matrimonio entre sus amigos más allegados.

Todo el palacio estaba precenciando tal agradable festín.

Las enfermeras del sanatorio, habían optado por quitarse aquellos trapos viejos y amarillentos que con el tiempo dejaron de ser un blanco perla. Y ahora, usaban sus mejores galas en vestidos confeccionados por sus familias, o las que no, por el estilista personal de la Reyna, que ella directamente, le pidió hacerles unos vestidos aquellas enfermeras que no tuvieran con que o quien se los hiciera. Y se habían peinado todas iguales con coletas altas y moños bien agarrados como cebollas en la coronoilla de sus cabezas.

Tambien se encotraba la Reyna madre, a lado de su hijo mayor y de su ahora esposo, Hye Min So. El que anteriormentr había sido enfermero alguna vez, de este mismo césped en el cual, se celebraba la ceremonia, y de que ahora se encarga un muchacho foráneo que trabaja día y noche para compacer los mandatos de su Reyna. Que con admiración y algo más, observa desde la lejanía.

La Reyna Madre estaba sonriendo de oreja a oreja mientras tomaba con orgullo la mano de su marido, y le hablaba a su hijo mayor del bonito gusto que tenía Yon Sook como siempre. Ese, algo atairado, y confuso, solo miraba a su cuñada moverse de un lado a otro como anfitriona, correteando a los floristas y a los cocineros, para que todo saliera como lo esperado, todo con tal que su mejor amiga no tenga que preocuparse por absolutamente nada.

La observaba cautivado, como siempre que la veía la miraba. Pero él no era el único.

Su esposo tampoco le quitaba la vista de encima.

A un lado del arco de flores donde debajo de él iba a estar la futura pareja de marido y mujer, se encontraba recargado en la mesa del padre, un hombre con una copa de vino caro entre los dedos. Jung Hyung bufo por lo bajo y volvió a ver a Yon Sook. Jeon Jungkook y Hye Jung Hyung, aun no eran hermanos que se llevarán como mejores amigos. Tal vez y para siempre, existiría una rivalidad entre ellos que al menos, era amistosa y llena de burlas.

Jung Hyung amaba ver a su cuñada, amaba verla con ese vestido rosado y ver sus pechos siendo levemente mostrados por el escote. Amaba ver como ella sonreía a los demás, como pisaba todo como su hubiera nacido para ser lo que era. La Reyna.

La amaba en cada faceta, cada vista que ella le daba. La amaba tanto que no podía estar muy lejos de ella por mucho tiempo sin que su cordura y su sentido de la razón, empezará a debilitarse en el.

Pero junto con ella, siempre tenía que estar el molesto, irritante y sabelotodo de su hermano. Era como un grano en las partes íntimas para Jung Hyung, no lo soportaba. Odiaba ver su cara de triunfo, odiaba ver como solo para ostigarlo tomaba con posesión a su mujer y la besaba delante de todos como diciendo: mira, ella es mía, y siempre lo será. Tu quedate con las cenizas de ser el cuñado que cae bien.

Lo aborrecia tanto, que se alegraba que por lo menos ahora si tuviera la oportunidad de golpearlo a sus anchas. Aunque claro, mientras más Jungkook crecía, más grande, más alto y más fuerte que el se hacía. Ahora era difícil ganarle en una pelea, pero siempre tenía la satisfacción de haber lanzado el primer golpe.

Jeon Jungkook miraba a su mujer a la lejanía mientras tomaba tranquilamente su copa. Sabía que cuando su mujer se voltear a a buscarlo con la mirada como siempre hace, y le viera bebiendo y tan relajado se iba a molestar con el. Pero eso era lo que le fascinaba a Jungkook, las peleas con su mujer era lo que lo seguía manteniendo vivo. Siempre que discutían, siempre que peleaban, siempre que se refutaban, y siempre que se restaban, era como si el amor y la obsesión que sentía por Yon Sook se fuera alimentando más y más.