Three Kingdoms of Korea - Jeon Jungkook☑️

Parte 45: Último Juego

⚠️‼️ATENCIÓN‼️⚠️
Este capítulo contiene escenas explícitas y fuertes de maltrato violencia y contenido agresivo y fuerte para personas sensibles a contenido detallado y violento.
Se recomienda discreción.

"De ahora en adelante,
inicia el último juego.
¿Están listos participantes?
Es hora de conocer, el verdadero ganador.

Jeon Jungkook y Dong Yon Sook
/ VS /
¿Incognito?"

Mi mirada se perdía en el recuadro de una pintura añeja y mal proporcionada de un hombre con sombrero a la altura del pecho y su mano sosteniendo orgullosamente aquel sombrero, posiblemente, por haber logrado alguna gran azaña para el país que servía. Cosa que, así fue.

Lo reconocía de los cuentos viejos y mal narrados de antiguos Coreanos que se pasaron su vida para ser héroes de guerra y ciudadanos modelo para nuestro país. El, era el primer Rey de una de las tres Coreas. Los otros tres retratos con mala simetría, los tenían las otras cosas de los Reynos. Los otros palacios. El del norte y el del sur.

Nunca he visto ninguno de los otros dos. Los tendrán resguardados como otra de las alianzas y tesoros más apreciados para las familias reales. Nosotros, lo tenemos en la oficina de mi padre.

Donde me encuentro ahora mismo pacientemente, solo esperando.

La puerta grande y masisa se abrió lentamente y entró un hombre despreocupado con un aire relajado y divertido, hice una reverencia antes de mirar a quien tenía en frente. Sin embargo, cuando subió su frente ancha y llena de cicatrices, se quedó completamente pálido.

—Su majestad. —Reverencia con el cuerpo doblando su cadera en una línea recta de noventa grados.

—Veo que te dignas a llegar a esta hora, y mejor aún, riendote.

—No señor, yo...

—Ahorremonos los sermones y explicaciones. El Rey te necesitaba urgentemente y ahora, tuve que venir yo mismo por ti a ver si el gran y ocupado mano derecha de la mayor potencia del país, está libre para ver a su servidor.

Su espalda se puso completamente recta, se aliso el traje de soldado y se puso en posición alerta.

—Por supuesto que si, su majestad. ¿Que necesita el rey?. —Lo mire incrédulo y subí una de mis cejas indignado.

—¿Acaso tengo que primero decirte que quiere tu jefe para que hagas lo que digo? Dime, porque viví en la idiota idea que el que daba las ordenes y sin tener que dar mesura de que, era yo. ¡Perdona mi atrevimiento, capitán!. —Bufé y me puse de pie para mirarlo desde unos centímetros más arriba.

—No, no, no señor —negó inmediatamente y con nerviosismo empezó a moverse sobre sus talones sin dar ningún paso. —Por supuesto que no tiene que dar explicaciones, discúlpeme alteza. Por favor, vayamos ahora mismo con el rey.

—Entonces, camina. —Alce la mano y señale el camino hacia la puerta. No era ningún burro.

Este hombre había querido Matarme en la expedición porque mi padre se lo ha pedido. ¿Como no se yo que no busca encajarme su espada por el estómago o clavar su daga en mi cuello, mientras camino delante?. Necesitaba no terminar lastimado bajo ninguna circunstancia si quería saber la verdad de todo esto que se esta haciendo ahora mismo.

Por lo que, el hombre algo dubitativo y sudando de repente por el cuello y las manos, hizo otra reverencia y salió a paso apresurado de la oficina de mi padre.