Parte 47: Jeon Jungkook

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Al principio, no era más importante que cualquier miembro del personal de sirvientes del palacio.

Era el segundo. El aparte. El que al final, no obtiene nada del reino más que el título, y poco a poco, su familia termina siendo de las segunda generación de importancia. La que nadie recuerda, a la que nadie le importa. Si no eres el heredero, no tienes el respeto que deberías merecer solo eres, "Parte de..." no eres mas que una diminuta puntilla de una daga que se tiene que afilar para no perder el filo cada tanto.

-Niño. No hagas eso, no puedes ir para allá.

-Pero Hyung y padre han ido. Yo también quiero ir, nana.

Me observó desde su gran altura y sus piernas esqueleticamente infinitas, con una postura osca y un peinado bastante masculino para ser una mujer. Y claro, sus grandes y acusadores ojos sin brillo.

-Solo el heredero puede ir. No replique y ve a estudiar la lección que te deje, o te daré treinta palazos en la espalda.

-Quiero ir con mi mamá.

-La Reyna no tiene tiempo de tonterías de críos. Esta ocupada renovando las orquencias del jardín y en plantar nuevos girasoles. ¡Ve le digo, a su habitación! -Resonó la Bara de fierro contra la palma de su mano con fuerza. Yo solo agache la cabeza y fui a mi habitación esa vez.

Esa y muchas.

En mis primeros años de vida, desde que nací, hasta los doce, vivía entre institutrices, nanas y maestros de entrenamiento físico. Las veces que veía a mi familia, era solamente, en fiestas ceremoniales como el nuevo año solar, y las fiestas conmemorativas culturales que debíamos celebrar con los demás Reynos de Corea. Fuera de eso, yo cenaba a solas en mi habitación, comía y desayuna a al igual en ese mismo sitio.

Sin compañía, sin nadie con quien jugar. Era el hermano del heredero, el segundo. El que no importaba más que para aparentar ser parte de ellos.

Pero aún así. Mucho tiempo traté de pertenecer a esa familia desequilibrada. Ser como ellos y unirme al club de la familia real. Mucho tiempo...

Y siempre, fui rechazado.

Un día, mientras la niñera me había dejado deambular por el ala oeste y jugar con mi espada de madera hecha artesanalmente, a los combates y robos, vi la figura de mi hermano mayor caminar hacia mi al final del interminable pasillo de alfombra rojiza.

-¡Hyung! -no le había visto desde fiestas navideñas. Habían pasado ya, tres meses de aquella vez. En la cena, me había sonreído, agitado el cabello y pronunciado con hermandad un: Que grande has crecido.

Cuando mi padre le dejó a mi lado para saludar a unos generales que vivían en el sur. Fue lo único que me dijo esa noche. Pero me hizo muy feliz que hablara conmigo, que sonriera hacía mí, que supiera que existo, que me demostrará que me quería.

Corrí hacia el por el pasillo, y me plante jadeante mientras sonreía enormemente al encontrarlo ahí.

-¿Vienes de trabajar con papá?. Eso es genial Hyung. -El me miraba desde arriba. En ese momento, el había crecido dos cabezas más grande que yo, y me observaba con frialdad y una indiferencia dolorosa. -Mira, Hyung, he crecido más desde navidad.

Simule con mi mano hasta donde le llegaba a él que era a la altura del pecho y seguí sonriendo a pesar de la dura y menospreciante mirada que el me estaba dando.

-El rey.

-¿Como dice, hyung?

-No es "papa", es el rey.

-Pero el rey es papa.

Eso le molesto mucho. Tanto, que terminó tomando la solapa de mi cuello y me alzó al aire, empezando yo a patalear a la nada porque me estaba ahorcado. Pero al ver sus ojos teñidos en un color fuego puro, y mirándome con tanto menosprecio, lo menos que me importaba era no respirar bien.

Three Kingdoms of Korea - Jeon Jungkook☑️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora