Parte 34

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La mire de espaldas, tan tranquila, tan serena. Tan elegante. Como toda una dama debía ser.

—¡Oh, Dios mio! —La Reyna se llevó una mano al pecho exclamo con una expresión actuada y el libro que tenía en sus manos cayó silenciosamente sobre la alfombra verdosa y café, de la biblioteca. Me miró asustada, y no supe si interpretar eso como un susto por pasmo, o uno por estar haciendo algo que no debía. —Yon Sook —dijo mi nombre mientras recogía el libro y lo sacudía por la pasta. —Me asustaste cariño, no te esperaba.

—Lo lamento, su majestad. Lo que pasa es que ya me deja venir a leer, decidí salir un poco de la habitación y dar otro aire. No nos hemos visto desde que se fueron los príncipes.

—Tienes toda la razón. —Salió del pasillo de estanterías altas para irse a sentar en su sillón a lado de la ventana y dejar el libro pegado a su regazo. —La verdad, es que no te esperaba. Has estado tan rara últimamente, que pensé que la siguiente persona que pasaría esas puertas, sería mi hijo el segundo, Jungkook.

—¿Usted considera que me he portado extraña?.—Ignore que mencionó al Laird.

—Por supuesto. —Asintió mirándome desde la lejania. Yo por mi parte, empecé a ver libros de forma disimulada para que no notará mi enojo hacia ella. Ni siquiera leía los nombres de las portadas.— Ya no salias de la habitación de Jungkook, no hablabas ni con tu criada. Todo muy extraño, ¿Me puedo enterar si algo te ocurre? Quiero ayudarte si tienes algún problema.

Había tomado un libro en mis manos para distraerla un poco. Lo abrí y al escucharla, lo cerré de golpe y me voltee con una sonrisa de oreja a oreja.

—La verdad es que si, mi Reyna. Tuve un problema por el cual decidí aislarme de los demás.

—¿Cuál ha sido?.

—Usted debería saberlo. —Me senté a su lado tomando otro libro de los que ella había leído con anterioridad y seguían sin acomodarse.— Usted lo ocasionó.

Ni siquiera tuve que explicarlo. Tampoco tuvo el descaro de preguntarme con falsa sorpresa que era. Solo se quedó en silencio un largo rato en lo que yo pasaba las páginas del libro de manera entretenida, y esperaba impaciente que dijera algo.

—El broche del colgante. —No era una pregunta.

Subí mi cabeza despacio, y asentí. —El broche del colgante.

—Yo... Mi intensión nunca fue ocasionarte un problema. —se oída y se miraba tan sincera. Era como una flor diciendo que su naturaleza era estar pegada a la tierra. Es muy complicado poner en duda su veracidad, sin embargo, ahora. Sabía que la flor más engañosa, era la que bien sabía como finguir preocupación.  —¿Te ha dicho algo el Rey?, dime Yon Sook, arreglaré esto ahora mismo. —Hasta llegó a ponerse de pie lista para ir a hablar con el Rey. Yo solo me quedé sentada y tranquila sobre el sillón.

—No es necesario que haga nada. Se que no fue adrede, pero creo que debió de haber previsto que el Rey iba a ponerse muy furioso por ese broche.

—Es que... No lo pensé, admito que no pensé en él— murmuró confundida, y a la ver pensando en otras cosas. Empezó a caminar por la habitación con la cabeza en el piso y el ceño fruncido.

—Entonces, ¿en qué?. ¿Olvidó lo molesto que se ponía el rey por el, que no se le pasó por la cabeza cuando me lo presto? —Pregunté divertida, como si bromearamos entre nosotras. Fingiendo que no me molestaba, y siendo una actriz de primera.

—Yo solo... Quería que lo vieras, que lo lucieras, mi objetivo se desbío.

—Vaya que si. —Asentí y me puse de pie con el mismo libro en mis manos. —Pero ya no importa, si me ausente no fue por usted. —Le asegure poniendo una mano en la suya y tomándola con seguridad. —Yo se que no fue adrede, si lo hice fue por el rey. Jamás le había visto molesto y admito, que jamás me gustaría verlo otra vez así de furioso.

Three Kingdoms of Korea - Jeon Jungkook☑️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora