-||Tempestad ||- #BNHA. [Aizawa Shota x Oc]

⚓Capítulo 46⚓

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El silencio bajo el mar es algo que te hace sentir muchas cosas, entre ellos es la soledad de quedar atrapado en ese lugar sin la posibilidad de salir a la superficie otra vez.
El gran barco carmesí reposa en el fondo del mar en una burbuja que no explotará sin orden de quien lo ha creado; la tripulación se mantiene alrededor de una lámpara de aceite, viendo la flama moverse de un lado a otro mientras que sus voces hacen coro acompañando la de Jack, que con una expresión de tristeza, toca una vieja guitarra perteneciente a su familia anterior.

Su cántico hace juego al pequeño baile de la llama en aquella lámpara, la cual da pequeños remolinos o balanceos rebeldes de un lado a otro como si buscara escapar de su prisión de hierro y cristal.
Las cuerdas vibran con cada ejecución, haciendo que los que conocen la canción, escuchen al principal cantar hasta que nuevamente se unen en una sola voz.

Luis, escuchando aquella canción observa hacia el camarote de la pelirroja que no ha salido desde que han estado bajo el mar, esperando el momento preciso para salir otra vez.
Dentro de aquella habitación, la ojiazul se mantiene acostada entre sus almohadones, abrazando uno de ellos, soltando pequeñas lágrimas sin razón alguna...o más bien si la tiene.

En otra parte, Aizawa se mantiene en su departamento, sentado en la ventana de su habitación, mirando la luna que brilla con tristeza que va siendo cubiertas por nubes grises, ocultando su belleza y a quienes se encuentran brillando a su alrededor, es como si el cielo supiera que dos corazones estaban alejados el uno del otro. Agachando la mirada, acarició con delicadeza la tapa de la caja musical, frunciendo levemente el ceño en tristeza, pues su mente en esos momentos le daba una mala jugada, haciéndole pensar que tal vez ella ya no volvería.

Otra vez en el barco, Jack cierra los ojos mientras que su canción va subiendo de tono en un ambiente triste, pues quiere subir los ánimos. Si su capitán estaba de esa manera, lo único que pueden hacer en esos momentos es tratar de no perder la esperanza y seguir adelante, siendo el pilar de uno y de otro, formando uno más fuerte que ayudara a su superior a ser fuerte otra vez.

Aquello parecía funcionar, pues con los cabellos sueltos y con una gran capa medieval color azul oscuro, sale de su camarote con la capucha puesta, dejando que la tela se arrastre en cada paso que da para acercarse al grupo que canta junto al contramaestre.
Le hicieron un espacio entre Yukio y Luis, el cual tiembla levemente, pues es la primera vez para él estar en un lugar bajo el mar y al no estar acostumbrado, el frío lo afecta mucho.
Ruby se acercó un poco más, desabrochó la capa para tomar un borde así pasa pasándolo sobre el joven que se acerca rápidamente para abrazar a la mujer, buscando calor maternal en ella. Sonriendo suavemente, Ruby le acarició los cabellos para después darle un beso en la frente, diciendo que se durmiera. Una vez que el muchacho se acomodó, su mirada tranquila se enfocó en la pareja de la tripulación, los cuales cubiertos por una manta, se toman de la mano para darse suaves besos en la mejilla. La suave sonrisa de Ruby apareció, pues por fin una pequeña felicidad se podía vivir en el barco, un pequeño amor que había nacido del odio que esos dos se tenían en el pasado.

Con suavidad apoyó su cabeza sobre el chico y cerró los ojos comenzando a balancearse suavemente de lado a lado, cantando con su tripulación la canción.
Sus ojos azules se abrieron para observar la llama que danza con diversión, dando un pequeño espectáculo en sus giros; la canción poco a poco fue terminando y solo las cuerdas se escuchan al final.

Los recuerdos de cuando se escondieron de quienes querían capturarlos para meterlos a prisión, se hacen presentes...

Una vieja sensación que pensaron haber olvidado.

En tierra firme cuando el sol volvió a iluminar el mundo anunciando una nueva mañana, los alumnos se preparan para ir de viaje a un campamento fuera de la ciudad a una ubicación desconocida. Cada uno se fue acomodando en su lugar mientras que el último en subir fue el pelinegro que en su cinturón, tiene colgado el objeto que pertenece a su amada sirena.

El vehículo se puso en marcha, provocando griterío y habladuría emocionada por el campamento, recalcando las actividades que desean hacer en dicho pequeño evento escolar.
Cada uno gritaba o tenía una pequeña pelea hasta que algo les llamó la atención, una melodía triste que se escucha en los asientos de enfrente, justo en donde se encuentra su maestro a cargo, mirando la cajita con la mitad del rostro oculto entre sus cintas, no tenía ánimos de nada... le hacia falta aquella pelirroja molesta, sarcástica y sonriente...

Momo con pasos tranquilos se acercó con una nueva bolsita para la cajita, pues la que lo ha resguardado por años para no separarse de la dueña, ahora estaba con algunos hilos sueltos amenazando con romperse en un tiempo corto.
Shota observó la bolsita de tela morada con unos hilos dorados que terminan en dos pequeños pompones blancos; alzó la vista a su alumna y con su voz levemente ronca le agradeció por aquel detalle, por dentro estaba seguro que Ruby sería muy tacaña con su bolsita de red, pero cuando volviera se lo devolvería completo.

La vicepresidenta observó a su maestro mirar con tristeza la caja que sigue emitiendo la melodía, es la primera vez que lo veía de esa manera. Alzó la mirada hacia sus compañeros y negó dando entender que algo no andaba bien; Shota la volvió a mirar y le dijo que tomara asiento, pues sería un viaje un tanto largo.

Ella asintió y volvió a su lugar junto a una compañera rubia, diciendo en susurros que su sensei estaba melancólico.

Los ojos del pelinegro se cerraron, volviendo a revivir aquel momento que pasó con la pelirroja en la noche de cervezas. La había admirado dormir en sus brazos...y por primera vez en su vida se negó a cerrar sus ojos, prefiriendo haber admirado a la mujer a su lado, acariciándole con delicadeza sus facciones.

Cuando abrió los ojos, la melodía de la cajita terminó y con cuidado lo guardó en la bolsita; estaba decidido, si no aparece la capitana, él mismo la buscaría para traerla de la oreja de vuelta a tierra firme, le pediría explicaciones mejores pero a la vez se sentiría más aliviado si esta al lado de ella y viceversa.

Con su mirada triste y cansada, se enfocó en el camino, trataría de concentrarse en el campamento para hacer bien su trabajo.

Pero llevando consigo su consuelo melódico, perteneciente a la molesta capitana...

Su bella sirena de ojos azules.