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Su espalda se hundió en la suavidad de su sillón nuevo color gris, era una tarde tranquila con algunas nubes oscuras amenazando con estallar en cualquier momento pero eso no importaba, no cuando ya estaba bajo su techo propio, claro, tuvo que gastar una buena cantidad de su dinero ahorrado pero el hecho de tener su casa lo vale.

Un periódico mostrando la nueva tendencia de los pantalones Oxford atraparon su atención, necesitaba más de aquellos pantalones solo uno no le bastaba. Una taza de café reposaba sobre una mesita y él estaba en su adorada biblioteca, le costó más que todos los vestidos que le había comprado a Soojin pero era tan tranquilo, en medio de sus libros, una buena lámpara y una ventana gigante con vista a las afueras.

Acarició sus labios con el borde de la taza y dejó que el café llenara su boca, el sabor amargo no era algo que disfrutaba pero por alguna razón quedaba bien con el ambiente y él no iba a luchar contra eso.

La puerta fue golpeada y con una confirmación vio a la pelinegra ingresar la cabeza.

— Cariño, hay... Alguien esperándote abajo.

¿Yoongi? Frunció el ceño, aún no le había dicho cuándo sería la cita para reunirse nuevamente pero quizá vendría a charlar.

Dobló el papel y se levantó rápidamente, Soojin caminó tras él sabiendo que la visita a su esposo no le agradaría.

— Taehyung — El hombre se giró quitando su sombrero forzando una sonrisa.

Sus pies se rehusaron a dar un paso al frente mientras miraba con atención las leves arrugas que ya nacían en el rostro del hombre.

— Padre — Saludó sin flaquear.

— Me enteré que habías llegado a Corea y aunque rogué que fuera una broma de mal gusto acabo de confirmar que es verdad — Pasó su mirada por cada mueble y decoración que llenaba la sala — Bueno, tienes una linda casa, algo fuera de mi gusto pero al menos no es la calle ¿Verdad?

— Bueno, menos mal no es de su gusto, así no querrá estar mucho tiempo aquí — Contestó fríamente.

— No te preocupes, puedo soportarlo — Sonrió, jugando con su sombrero que cuidaba en su mano.

— Ya que confirmó que su desgracia si está aquí, supongo que se irá ¿No? — Su tono era tan cargado que Soojin, quien sólo escuchaba con incomodidad la conversación, no reconocía dicho lado de su esposo, tan lleno de fastidio y odio — Digo, para que quiere estar más de diez minutos con la persona que más odia. Igualmente, no es bienvenido en esta casa.

Saemin sonrió y paseó por la sala buscando la intranquilidad del menor.

— ¿Le molesta mi presencia, Señora Kim?— Le preguntó a la esposa de su hijo — ¿Acaso un padre no puede visitar a la familia de su primogénito?

Taehyung carcajeó.

— Es gracioso, creí que usted ya no me consideraba su hijo — Levantó la ceja mientras buscaba sentarse en el sofá central, invitó a la pelinegra a acompañarlo, sabía que esta charla sería más larga de lo que quería.

—Quisiera, pero ya ves, la vida es injusta con las personas que menos lo merecen — Ladeó la sonrisa — Disculpen que pregunte, pero ¿Aquí no dan a los invitados un poco de té, café o siquiera agua?

— Oh, perdóneme. Se me pasó — Soojin no dudó en pararse y correr a la cocina sintiéndose avergonzada por su falta de atención.

— Odio decir esto, pero Soojin no es mi madre, usted no puede mandarla a prepararle algo, si quiera pensar en ordenarle, usted aquí no es nadie y le agradecería que se vaya de mi casa si ya terminó.

Para mi no eres Prohibido {KTH+JJK}. 𝐒𝐢𝐠𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora