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— Dios mío, ¿Dónde estaban? — fue lo primero que dijo la madre de Jungkook al verlos, Corrió donde su hijo, y acercó su quinqué para poder inspeccionarlo — ¿Están bien? — levantó la mirada para ver a Taehyung.

— Si señora — asintió.

— ¿Entonces porque se demoraron tanto?.

— La bodega se oscureció, y me enterré una astilla, Taehyung trató de quitármela pero necesita una aguja.

— Le diré a Somi que traiga una, mientras tanto, les serviré la Cena — se levantó, y se puso su delantal blanco que cubría toda la falda de su vestido. — Lávense las mano, Ya recogí agua.

Taehyung con una olla pequeña regó el agua sobre las manos del menor, enjuagándolas con un poco de jabón, mientras se frotaban entre sí.

Jungkook no paró de sonreír, mientras recibía esos gestos del mayor, estaba empezando a acostumbrarse a ese tipo de atención.

— Dime si te duele ¿Bien? — secó sus manos con un trapo secó, y aunque la astilla le incomodaba, ya no le dolía tanto. — Después de cenar te quitaré la astilla.

— Dijiste que se infectaría — hizo un puchero.

— Pero si la dejamos mucho tiempo — le sonrió.

En la mesa se sentaron los cuatro, un poco de ensalada, arroz y carne.

— ¿Cómo te hiciste eso? — Le preguntó su hermana.

—  Pasé la mano por un estante y se enterró.

— Eres muy tonto — La joven se rió. — ¿Tu estas bien Tae?.

Jungkook rodó los ojos al oír ese apodo.

— No le digas así, solo yo le digo de esa manera.

— ¿Según quien o que? — Su hermana lo retó mientras alzaba sus hombros — ¿Te incomoda que te diga así Tae?.

Taehyung apenas y abrió su boca para responder, pues antes de que pudiera hacerlo la voz de una mujer lo interrumpió.

— Somi termina rápido la cena debemos practicar tu postura al caminar.

— Ya oíste, Vete a hacer tus cosas de mujeres — Sonrió triunfante.

— Idiota — Murmuró la chica — Igual solo porque tu me digas que no lo llame así no significa que te haré caso mocoso.

— Somi — Habló Taehyung tratando de alivianar el ambiente entre los hermanos.

— Dime — Lo miró con una sonrisa, y es que quien no lo vería así cuando aquel chico era tan... tan atractivo, su cabello era tan peculiar, con unas ondas tan definidas que estaba segura que cada pelo era valioso, su rostro sin ninguna imperfección y su sonrisa, su sonrisa no tenía descripción porque no la había, no podía describir lo hermosa que era la sonrisa de aquel muchacho.

— Tu mamá me dijo que me darías una aguja. ¿La tienes?.

— Oh si — Sacó de un  bolsillo de su bolsillo un trapito donde guardaba aquel objeto puntiagudo.

— Gracias.

— Tae, Mh — La chica se enderezó — ¿Te acuerdas de aquel día donde dijiste que darías un paseo conmigo? M-Mañana...

— Mi mamá te está llamando, ¿No escuchas? — La interrumpió el castaño.

— No lo hace.

Para mi no eres Prohibido {KTH+JJK}. 𝐒𝐢𝐠𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora