- 𝐒𝐈𝐆𝐋𝐎 𝐗𝐈𝐗 -
Rosas, libros, bufandas y bálsamos... Objetos tan sencillos y sin gracia que encierran el amor de dos corazones enamorados, pero que sólo servirán para recordar los pequeños momentos juntos.
Solo la oscuridad nos esconde de la...
Sintió como su espalda baja era triturada cada segundo que pasaba. Veía borroso y las voces que le gritaban lejanas.
Basta, por favor.
— Mírame. Eunbi Mírame.
Hizo su mayor esfuerzo para seguir la orden de la voz femenina que la animaba. Era Yuju.
— Puja Eun. Puja para que ese dolor se vaya.
¿Pujar? Ya ni siquiera sentía sus piernas. Estaba mareada y sólo... Quería que ese dolor desapareciera.
— No va a sobrevivir, el bebé no está en la posición — Habló el doctor.
— ¡Pues acomodelo usted! — Su amiga exclamó desesperada — Saque ese maldito bebé que está matando a mi Eunbi. ¡Sáquelo!
— Por favor retírese, sus gritos pueden afectar a la madre.
Toda esa discusión era ajena a Eunbi. Su mirada fija en el techo y su respiración lenta, no iba a luchar, la verdad no había motivos para seguir.
Pero aún con sus caderas ardiendo y doctores apretando su abdomen, pensó en él.
¿Qué le hizo amarlo? ¿Qué hizo Jungkook para robar su corazón? ¿Por qué lo amaba después de saber que él jamás la amaría?
Jamás la amaría... Sus lágrimas se confundían con las que ya tenía anteriormente. Él era todo lo que soñó alguna vez, la respetaba, la cuidaba, la quería. Cuando la acompañaba a su casa en las noches, las comidas que compartían con Daniel, los besos que sólo ella sintió, la noche que aunque fue el mayor error que cometió, fue la noche en la que estuvo con él, fue besada y abrazada.
El Jungkook que alguna vez conoció. El Jungkook que era feliz con Taehyung...
— Y-Yuju — Llamó bajito.
— Tú amiga no está, puja por favor — Una enfermera le dijo suavecito mientras limpiaba su frente.
— P-Por favor — Levantó su mano para agarrar la muñeca de la enfermera — E-El bebé. Es de Jeon Jungkook. Y-Yuju sabe quien es.
— ¡Se ve la cabeza! — El doctor exclamó con esperanza — Eunbi conocerás tú bebé ¿De acuerdo? Una última fuerza para que su esposo conozca a su hijo.
Sonrió. Y aunque la realidad no era esa, Eunbi tomó su último aliento para que el bebé saliera.
— ¡Es una niña... ¡Eunbi, mira a tu hija...
Jungkook, cuida a nuestra hija por mí. No le cuentes mis errores ni mi pasado, inventate una trágica historia de amor y dile que fui una buena mujer, una mujer que te amo hasta el último segundo de su vida.
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Colgó las llaves y quitó sus zapatos en la entrada. Había empezado a alargar sus horas de trabajo, todo con el objetivo de poder ahorrar lo suficiente para el viaje que estaba a un mes de hacerse realidad.
