El tiempo había pasado volando y tanto era así que cuando Selina fue capaz de abandonar la pista de baile, eran las dos de la madrugada. La gente todavía estaba alegre, pero varias personas se habían ido retirando lentamente de la fiesta debido al cansancio. Conforme el final se acercaba se podía sentir en el ambiente, pues la excitación y energía de los invitados había disminuido considerablemente. Tanto era así, que lo que alguna vez fue la pista de baile, llena de un mar de gente y de felices emociones, ahora se encontraba casi vacía. Los músicos tocaban suave música y las escasas parejas se balanceaban lentamente al ritmo de esta.
—Altea, es momento de marcharnos —Selina anunció a su hermanita, interrumpiendo el agradable tiempo de pareja que estaban pasando los menores.
—Todavía no estoy cansada —intentó mentir la castaña segundos antes de bostezar, causando que su acompañante la imitara.
—A mí no me vengas con esos cuentos —la regañó—. Vámonos, tenemos que descansar.
—Está bien. ¿Y Reika? —Selina echó un vistazo por el lugar pero no vio a su melliza por ningún lado.
—Me pareció ver que ella y el príncipe Sunghoon salieron de aquí —comentó el príncipe Sunoo uniéndoseles.
—Genial, iré a buscarla entonces. ¿Príncipe Sunoo, usted podría...
—¿Escoltar a su hermanita a sus aposentos y asegurarme que el príncipe Ni-ki no se pase de listo? —Se adelantó el chico, ganándose una mala mirada de parte de los menores.
—Sí.
—Por supuesto, no hay problema. Vámonos niños —apremió el de cabello cano dirigiendo a ambos chicos hacia la salida—. Debería buscarlos en los jardines, oí que querían ir a un lugar más privado —soltó antes de desaparecer.
Al escuchar esto, la princesa se tensó, pues no sabía en qué estado de conciencia se encontraba su hermana y peor aún, porque nunca antes habían socializado mucho con muchachos y menos con príncipes.
La chica se apresuró a salir del lugar y dio comienzo a la desesperada búsqueda de su hermana por el enorme castillo el cual desconocía por completo. En cuestión de minutos, se había perdido entre los enredados pasillos del lugar y se encontraba más lejos y perdida de lo que creía.
El dolor y cansancio se apoderaron de ella, por lo que decidió detenerse a descansar. Se quitó la ligera tiara que con el paso del tiempo se había vuelto realmente pesada, se quitó la máscara la cual le había dejado el rostro rojo y marcado, se descalzó y se sentó en el suelo para masajear sus pies. Así se quedó por varios minutos, sola y con la mente en blanco hasta que comenzó a escuchar unos extraños sonidos.
Se levantó de golpe del suelo y comenzó a seguir los ruidos, asegurándose de no hacer ruido pues el cansancio había ocasionado que su imaginación creara todo tipo de monstruos y escenarios. Detuvo sus pasos abruptamente al escuchar el que parecía ser un grito de su hermana.
Esta vez corrió y dio la vuelta en el pasillo de donde provenían los ruidos, sin embargo, la escena con la que se halló no tenía nada que ver con su melliza. En la oscuridad del pasillo se encontraban dos personas muy apasionadas: la primera era una señorita de largos y rizados cabellos negros, quien estaba a medio vestir; la segunda persona era un muchacho de cabellos negros totalmente alborotados y cuya ropa se encontraba en el mismo o peor estado que la de la chica.
Al darse cuenta del intruso, el pelinegro apartó sus labios del cuello de la muchacha y por un breve instante, sus ojos cafés se tornaron dorados. Este brillo asustó a Selina, quien salió despavorida del lugar y no se detuvo hasta que estuvo dentro de las cuatro paredes de su habitación.
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Cursed-Blessed {Enhypen}
FanfictionLas princesas cabalgaban por el frondoso bosque con sus espaldas saludando al sol, las lágrimas corrían por sus rostros cansados y mantenían la mirada en el azul del horizonte sin saber realmente a dónde es que se dirigían. Cabalgaron por horas sigu...