Las semanas pasaron volando en el castillo, las princesas de Engenia se estaban adaptando mejor de lo que se esperaba después de lo que les había sucedido. Bien era cierto que algunos días les resultó difícil el siquiera salir de sus camas, pues la tristeza y los recuerdos de los acontecimientos las atormentaban, pero de algún modo u otro siempre lograban salir adelante gracias al fuerte lazo de hermandad que tenían y a las nuevas alianzas que estaban formando.
La primera semana el príncipe Jungwon mostró un gran interés por el estado de las princesas, pero mientras los días avanzaban, poco a poco el chico lo fue perdiendo hasta el punto de llegar a interactuar mínimamente con las muchachas. Sin embargo, el resto de los príncipes y princesas se esforzaban por llamar la atención de las chicas y formar un lazo de amistad con ellas.
El príncipe Ni-ki y la princesa Altea se la pasaban paseando, jugando y correteando por todo el castillo, su conexión había crecido rápidamente e iniciaban a confiar el uno en el otro, dando paso así a una linda amistad.
Por otro lado, tanto el príncipe Sunoo como la princesa Dabin se habían vuelto amigos de las mayores, con quienes pasaban la mayor parte del tiempo. El príncipe Sunoo les resultaba realmente carismático a las jóvenes y siempre se entretenían con sus ocurrencias, además de que chismear con él les era realmente entretenido, y con los pocos días que llevaban de conocerlo ya sabían todos los pecados y rumores que corrían alrededor de cada uno de los habitantes del castillo y de otras personas importantes. Por otro lado, las charlas de la princesa Dabin siempre les resultaban más estimulantes, pues se enteraban de lo que sucedía en los reinos y podían discutir de temas más abstractos y trascendentales. Con el resto de los príncipes las interacciones eran mínimas, pues cada quien se encontraba ocupado en sus propios asuntos.
Como era de esperarse, la biblioteca se convirtió en el lugar favorito de la princesa Selina para pasar el tiempo. Ahí se escapaba cuando se sentía abrumada por los aterradores recuerdos o cuando no se sentía de humor para estar rodeada de gente. Ya había leído varios libros del lugar que estaban relacionados con la historia de Hypen en general, encontraba fascinante el Viejo Mundo, la Guerra Centelleante, y la fundación de los reinos; pero también se tomaba el tiempo de leer sobre otros temas como ficción, filosofía, terror, romance, entre otros.
—Sabía que la encontraría aquí. —La voz del pelinegro causó que la muchacha saltara en su lugar.
—Príncipe Sunghoon. —La chica hizo una reverencia—. Me alegra verlo.
—A mi igual me alegra verla. ¿Le importa si le hago compañía?
—Por favor, adelante. —Ambos tomaron asiento.
Selina le echó un vistazo al chico antes de sumergirse nuevamente en su lectura. Minutos más tarde, el muchacho rompió el silencio.
—¿Qué le pareció el libro que le recomendé?
—¿Quiere la verdad? —El pelinegro asintió intrigado por la opinión de la muchacha.
Discutieron acaloradamente sobre la lectura por varios minutos, compartiendo sus distintos puntos de vista, los sentimientos experimentados, lo que hubieran preferido que sucediera, entre otras cosas. Tiempo después, fueron interrumpidos por la llegada de una tercera persona.
—¿Selina? —Ambos dejaron de discutir y voltearon a la dirección de donde procedía aquella melosa voz, en segundos apareció la melliza de la mencionada, quien se detuvo impresionada ante la presencia del príncipe.
—Hermana, ¿sucede algo?
—Yo... —Por unos instantes las palabras se atoraron en la garganta de la mayor—. Quería saber si querías ir a tomar algo de aire fresco, hoy hace un día espléndido y la mayoría de los príncipes se encuentran fuera. —Esta idea le resultó tentadora a la menor, llevaba varias horas encerrada en la biblioteca y consideró que estirar las piernas y tomar el sol no le harían ningún mal.
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Cursed-Blessed {Enhypen}
FanfictionLas princesas cabalgaban por el frondoso bosque con sus espaldas saludando al sol, las lágrimas corrían por sus rostros cansados y mantenían la mirada en el azul del horizonte sin saber realmente a dónde es que se dirigían. Cabalgaron por horas sigu...