CAPÍTULO X

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Jungwon y Selina caminaron por el lugar conversando sobre distintos temas. A la princesa le parecía algo cansado el tener que ser tan seria y respetuosa con alguien, ya que no estaba acostumbrada a tener ese tipo de comportamiento, pues durante su crecimiento, rara vez llegó a tratar con gente y más con personas de la alta sociedad.

La peli plateada encontraba interesante al príncipe, pero también le parecía triste todo el peso que cargaba sobre sus hombros, pues para un chico de diecisiete años, seguramente era algo difícil estar a cargo de todo un castillo y un reino, debido a la ausencia de su padre a causa de la guerra. Su conversación se centró más en lo político que en lo personal. El pelinegro le contó sobre la historia y fundación de su reino, los recientes problemas que habían habido entre los campesinos, las ganancias del reino y las consecuencias de las guerras.

Al principio la muchacha había estado muy interesada en esos temas, pero tras un rato perdió el hilo de la conversación y comenzó a prestarle más atención a todas las preciosas obras de arte que se encontraban repartidas por el castillo que al muchacho.

—¿Qué hay detrás de estas puertas? —preguntó Selina al pasar frente a unas enormes puertas de madera.

El chico perdió la concentración de lo que le estaba contando y se frenó junto a ella.

—La biblioteca —contestó sin darle mucha importancia.

Los ojos de la chica se abrieron de par en par, un sentimiento de curiosidad y emoción recorrió su cuerpo. Realmente quería entrar ahí. De todo el castillo de Engenia, su lugar favorito siempre había sido la biblioteca, pero ahora que posiblemente nunca podría regresar y hojear los libros que habían ahí, el hecho de estar frente a una nueva biblioteca con ejemplares totalmente distintos le daba esperanzas.

—¿Le gustaría entrar? —ofreció Jungwon al notar la ilusión en el rostro contrario.

—Me encantaría. —La peli plateada abrió la puerta por su cuenta sin esperar a que el menor dijera o hiciera algo más.

Entró a la enorme habitación y sus ojos se llenaron de emoción y amor. El lugar era increíble, la biblioteca era enorme, contenía miles de repisas blancas que llegaban hasta lo más alto del techo. Había varias escaleras, un segundo piso, sillas y sillones y era dos veces más grande que la habitación donde se había llevado a cabo el baile la noche anterior. Selina caminó entre las repisas con emoción y observó encantada todo el lugar, acarició varios de los polvosos tomos y subió y bajó por las escaleras como si de una pequeña niña en una dulcería se tratara, claro, siendo seguida de cerca por el príncipe Jungwon.

—Me doy cuenta que le ha gustado la biblioteca.

—¿Gustar? ¡Me ha encantado! —Su voz hizo eco por todo el lugar—. Es mucho más grande que la que había en mi castillo. Los ventanales permiten que la luz entre a la perfección, las estanterías contienen miles de ejemplares de todo tipo y los sillones son realmente cómodos.

—Entonces la hará muy feliz saber que esta es una de las tres bibliotecas con las que cuenta el castillo. —La cabeza de la chica casi explotó de emoción ante tal noticia—. Y ya que me gusta verla feliz, por favor, siéntase libre de venir aquí cuando guste y lea todo lo que quiera. Muchos de estos libros no han sido abiertos en varios años así que serán felices con su compañía. —El pelinegro le sonrió sintiéndose feliz por ver a la princesa tan alegre, cosa que incluso se reflejaba en su físico, lo que la volvía más atractiva ante los ojos del joven.

En ese momento, comenzaron a retumbar unas pisadas por todo el lugar. Ambos voltearon a ver hacia abajo, encontrándose con el príncipe Sunghoon, quien fue directamente a sentarse a uno de los cómodos sillones bajo una de las tantas ventanas.

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora