CAPÍTULO LVI

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Reika y Sunghoon se encontraban en el cuarto secreto de la biblioteca, la chica se movía inquieta mientras esperaba a que el muchacho terminara de leer la carta que Jay le había mandado. Al terminar de leerla el pelinegro suspiró.

—Jay también piensa que somos nosotras las de la pintura —dijo Reika con cuidado—. ¿Y si tiene razón? Si somos Selina y yo quienes estamos ahí pintadas... —Esa idea la alteró.

No quería pensar que ella y su hermana podían encontrarse en algún tipo de peligro mortal como le hacía creer esa pintura.

—No sabemos lo que eso puede significar, si él tiene razón entonces encontrará respuestas a donde sea que se dirija.

—¿Pero sí las respuestas son malas? ¿Y si descubre algo que no debía y eso lo lleva a su muerte o a la de alguno de nosotros? —El pelinegro se levantó de su asiento y caminó hasta la chica.

Al estar frente a ella acarició su rostro con delicadeza y la miró a los ojos en un intento por tranquilizarla.

—No te preocupes, sea lo que sea que encuentre ahí hallaremos una solución. —Le dio un dulce beso en la frente y luego la rodeó con sus brazos, la atrajo a su cuerpo e inició a acariciar sus cabellos.

Reika suspiró con fuerzas y abrazó al muchacho mientras recargaba su rostro en el pecho contrario, cerró los ojos y permitió que la cercanía con él y sus caricias la hicieran sentir segura y protegida.

La puerta de la habitación se abrió y las voces de Jake y Selina retumbaron por el lugar ocasionando que los muchachos rompieran el abrazo. Cuando Selina pareció, la mayor pudo leer en su rostro que algo andaba mal.

—¿Sucedió algo? Nos dijeron que los buscáramos aquí —habló Jake.

Sunghoon y Reika intercambiaron miradas. La chica se acercó a la mesa, tomó la carta y la extendió en su dirección. El heredero de Hemia la tomó y leyó en voz alta. Al finalizar su lectura, Selina se notaba más intranquila que antes, causando que sus pies flanquearan.

—Sel, ¿qué sucede? —preguntó Jake al tiempo que la agarraba para evitar que cayera al suelo.

—Creo que Jay tiene razón, somos nosotras en esa pintura —dijo con miedo mientras miraba el rostro de todos los presentes—. No hay otra explicación.

—¿Po-por qué dices eso? —titubeó su melliza, algo insegura de querer saber la respuesta.

Jake y Selina intercambiaron miradas. El muchacho desapareció por unos segundos y regresó cargando el libro que habían encontrado en la Biblioteca Central.

—Miren. —Les extendió el ejemplar con la página que contenía la información que habían visto antes.

El príncipe de Ylia tomó el libro y se sentó junto con la heredera de Engenia mientras leían el contenido.

—¿Esto qué significa? —preguntó Reika sin entender.

—Significa que como ya lo sabíamos, tenemos una especie de conexión con el mundo espiritual —explicó la menor con un ligero temblor en su voz—. La verdadera pregunta es: ¿cómo surgió?

—¿Piensas que la pintura tiene esa respuesta, no es cierto? —preguntó Sunghoon mirando fijamente a la chica de ojos lavanda.

—Cre-creo qué —titubeó con miedo a lo que iba a decir—. Creo que padre nos mintió. He estado pensando al respecto desde que nos dijiste lo que viste en la última luna nueva. ¿Qué pasa si la noche en que nosotras nacimos, morimos al igual que mamá? —Todos se quedaron en silencio—. Por eso la muerte nos carga en la pintura. Posiblemente la maldición nació en esa noche, la muerte ha estado queriendo reclamarnos desde entonces pero nosotras seguimos aquí.

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora