CAPÍTULO LXI

92 8 11
                                    

Sunghoon, Reika y Altea se encontraban platicando y riendo felizmente cuando, sin previo aviso, la mayor se quedó estática y en silencio pero con una enorme sonrisa. Parecía como si hubieran congelado el tiempo, pero sólo el de ella, pues el resto siguió riendo hasta que se dieron cuenta de lo sucedido.

Sunghoon la observó sorprendido, curioso y a la vez asustado, está era la primera vez que la veía en ese estado. Su piel se había vuelto pálida y fría, sus ojos no parecían contener vida, su risa se había quedado atrapada en las profundidades de su garganta y el latido de su corazón era indetectable. No era una imagen que le resultara fácil de ver y comprender, pero aún así trató de actuar lo más calmado posible.

—Supongo que no tiene nada que ver con la luna —comentó con tristeza mientras se agachaba frente a la princesa y acariciaba con dulzura su rostro—. Incluso en este estado sigues siendo la mujer más hermosa que alguna vez haya visto. —Besó corta y delicadamente sus labios para luego unir sus frentes—. No me importa si no descubrimos nada o si no logramos romper la maldición. Me quedaré el resto de mi vida a tu lado —prometió.

Se alejó de ella dándose cuenta que sus ojos ahora poseían un fuerte y profundo brillo morado.

—Hoon —susurró Altea, llamando la atención del mayor.

Este volteó a verla pero la niña parecía ser incapaz de producir palabra alguna.

—¿Sucede algo? —Como respuesta, la castaña señaló hacia las estatuas.

Todas estas tenían un brillo blanquecino que escapaba por sus ojos, similar al de la princesa excepto por el color.

Esto llamó la atención del príncipe, quien se puso inmediatamente de pie; caminó hasta una de las estatuas y la examinó, todo parecía seguir igual a excepción del brillo en sus ojos.

—¡Sunghoon! ¡Altea! —Jake se apareció entre la multitud de pálidas esculturas, se le veía algo agitado y ansioso.

—¿Dónde está Selina? —preguntó Sunghoon a su amigo.

—No-nosotros e-estábamos hablando y e-ella —titubeó—. Síganme. —Ambos fueron detrás del príncipe de Hemia hasta llegar a donde se encontraba Selina, a quien también le brillaban los ojos de un intenso color púrpura.

—Entró en el mismo estado que Reika —afirmó el más alto mientras la examinaba.

—¿E-ellas están bien? —Ambos voltearon a ver a la menor de las hermanas, quien se notaba algo inquieta—. Jamás había visto sus ojos brillar durante este estado —confesó. Ambos chicos intercambiaron miradas.

—Quizás tenga algo que ver con este lugar —habló inseguro el príncipe de Ylia.

—No lo creo, la vez que descubrí sobre la maldición, los ojos de Selina brillaban de esta misma forma... —recordó Jake.

—¿Y el resto de las estatuas? —preguntó Altea llamando su atención—. ¿Sus ojos brillan así durante la luna nueva? —Nuevamente los príncipes intercambiaron miradas.

—No, no lo hacen —respondió el príncipe de Hemia con evidente preocupación.

El silencio hizo acto de presencia, todos estaban algo alterados y nerviosos por lo ocurrido, pues no poseían ninguna respuesta para las innumerables preguntas que se formulaban en sus cabezas.

<><><><>

Heeseung despertó abruptamente. Un dolor de cabeza infernal lo había sacado del mundo de los sueños, el cual venía acompañado de cientos de terribles gritos.

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora