CAPÍTULO XXXVII

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La noche antes de la luna nueva había llegado, las hermanas se encontraban en su cuarto; esta vez habían preparado todo con anticipación para evitar cualquier clase de malentendido o problema con alguno de los príncipes. Habían llegado temprano a su habitación cada una utilizando alguna excusa diferente; cenaron temprano, tomaron un baño, se pusieron un suave camisón y se metieron en la cama de Selina, listas para sumergirse en aquel profundo sueño que se adueñaba de ellas durante tantos días.

Esta noche era diferente, pues si normalmente las chicas se veían atrapadas en su conocida cárcel apenas la luna se elevaba, esta vez no fue así y ellas mismas lo notaron.

—Reika, ¿sigues despierta? —preguntó Selina en un susurro al ver que por alguna razón aún no caía rendida entre los brazos de su maldición.

—Eso parece. —La menor se sentó en la cama.

—P-pe-pero —Altea tartamudeó confundida, era la primera vez que les sucedía algo como eso—. ¿Cómo es posible? Siempre se inmovilizan apenas sale la luna ¿qué es diferente ahora? —Caminó hasta la ventana e hizo a un lado la cortina, asegurándose de que el astro estuviera en su lugar de siempre.

Las mayores imitaron la acción de su hermanita para confirmar que efectivamente, la luna ocupaba el mismo lugar de siempre en la bóveda celeste.

—No lo entiendo, esto nunca había sucedido antes.

—¿Creen que se haya roto el hechizo? —Tea las miró con emoción en sus ojos.

—No creo que eso sea posible... ¿o sí? —Reika observó a su melliza quien simplemente elevó los hombros—. ¿Hay algún evento astronómico importante?

—No que yo esté enterada —contestó Selina.

—¿La estación del año? —preguntó la castaña, las mayores negaron—. ¿Hicieron, comieron o bebieron algo diferente? —Ambas volvieron a negar.

—Quizás... —Reika tragó con fuerza y volteó a ver a sus hermanas—... simplemente se desvaneció. —Esta idea le sonó realmente increíble a Selina, quien de tan sólo pensar en que finalmente sería libre se emocionó y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Por primera vez en mucho tiempo se imaginó teniendo una vida normal, una donde no perdiera días de su juventud y existencia y en la cual pudiera bailar, correr, cantar, cenar y jugar sin tener que mentir y ocultarse o tener que inventar excusas para explicar sus extrañas desapariciones. Por primera vez se imaginó cenando bajo la luz de las estrellas durante una noche de Luna nueva viéndolas junto a cierto príncipe con ojos de cachorrito.

—Eso... es imposible. Quizás se retrasó —dijo Selina incrédula.

—¿Retrasarse? Eso jamás había sucedido —habló Reika.

—Quizás mientras más crezcamos más tarde nos iremos transformando o... —sugirió la de ojos lavanda.

—No, no. Eso no tiene sentido.

—¿Entonces qué Reika? Nada en nuestra vida tiene sentido. ¿Por qué demonios tú y yo nos convertiríamos en piedra cada luna nueva? ¿A dónde va nuestra mente o espíritu? ¿Es una maldición o alguna clase de bendición o qué demonios es? —la mayor suspiró.

—No lo sé, ¿de acuerdo? Es la primera vez que nos sucede algo como esto y no sé lo que significa, por qué o cuánto durará. ¿Feliz?

—Quizás... ¿creen que podría ser porque visitamos la Cueva circular? —La pregunta de la menor rompió la tensión en la habitación.

—Po-podría ser. Sí, eso tiene sentido.

—No lo comprendo —confesó Reika.

—La Cueva Circular es un lugar mágico que potencia la energía de la luna —comenzó a conjeturar Selina—, quizás el poder que absorbimos de ella al estar ahí nos dio la suficiente fuerza y energía para...

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora