CAPÍTULO LIX

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Ni-ki se encontraba caminando tranquilamente por los pasillos, el chico tenía una sonrisa en los labios mientras que bajo uno de sus brazos cargaba con su juego de mesa favorito. Estaba emocionado porque había logrado convencer a Sunoo y Altea de jugar uno de los juegos tradicionales de Numbia y la simple idea de pasar tiempo de calidad con ellos le alegraba el día.

Debido a los saltos que iba dando, la caja salió volando de sus manos y las piezas del juego se desperdigaron por todo el lugar. El rubio maldijo entre dientes y se detuvo a recoger todas las piezas que habían caído al piso. Cuando se agachó a recoger la última pieza que se encontraba cerca de una puerta, logró escuchar un pedazo de la conversación que se llevaba dentro.

—Los dolores de cabeza se han intensificado, hay días en los que no puedo salir de la cama debido a estos —habló una voz amortiguada.

—Quizás deberías dejar tus jueguitos a un lado —Intrigado, el muchacho pegó el oído a la puerta, creía haber logrado reconocer la segunda voz pero necesitaba confirmarlo—, desperdiciar de esa forma tanta energía podría matarte.

—¡No es un desperdició! —Algo se estrelló con fuerza contra alguna superficie de la habitación—. Estoy cerca de conseguirlo, ¿entiendes?

—Es una locura. Sabes perfectamente que no tienes la obligación de hacer nada de eso.

—Pero quiero hacerlo. He estado trabajando semanas en ello y no dejaré que lo arruines, no cuando estoy tan cerca de hacerlo mío.

—¡Eso no está bien! ¡No puedes seguir jugando con ellos! —Otro objeto se rompió en la habitación.

—¡Vete al carajo! ¿Quién demonios te pidió ayuda?

El rubio se levantó abruptamente del suelo al escuchar las enfadadas pisadas acercarse a donde él estaba. En cuestión de segundos se teletransportó para evitar ser atrapado y apareció en la habitación donde su prometida y amigo ya lo estaban esperando.

—¡Riki! Me asustaste. —Altea se acercó a él y lo envolvió en un cálido abrazo—. ¿Está todo bien? —preguntó al ver el rostro alterado del chico.

—Perfectamente —mintió—. Lamento haberme tardado. Aquí está el juego. —Sunoo y Altea sonrieron.

Apenas estaban empezando a acomodar las piezas cuando la puerta se abrió, una cabellera plateada se asomó al lugar y la chica les regaló una pequeña sonrisa de labios sellados.

—Hola, ¿puedo unirme a ustedes? —preguntó Selina.

—Por supuesto, acompáñanos por favor —respondió Sunoo palmeando el sillón a su lado.

—Entre más mejor —contestó Ni-ki con nerviosismo mientras intentaba mantener la sonrisa en su rostro.

Una extraña idea se había empezado a formar dentro de la mente del rubio y la presencia de Selina causó que crecieran sus sospechas.

La mayor ingresó a la habitación y se fue a sentar junto al de ojos afilados.

—Creí que Jake y tú saldrían hoy —comentó Ni-ki con cautela.

—No, últimamente él está muy ocupado.

—¿En qué? —Volvió a atacar el menor. La chica alzó los hombros a modo de respuesta y el resto intercambiaron miradas llenas de confusión.

—¿Qué tal las cosas entre ustedes? ¿Ya comenzó a cortejarte oficialmente? —Sunoo estaba curioso por saber la respuesta. Selina simplemente comenzó a reírse.

—¿Cortejarme? —El chico asintió—. Por supuesto que no. Jake y yo sólo somos amigos —comentó con algo de tristeza en sus ojos cosa que no pasó desapercibida por el resto.

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora