Cursed-Blessed {Enhypen}

CAPÍTULO VI

El castillo se encontraba más vivo que nunca. La música resonaba por todo el lugar, la gente conversaba y se divertía; los invitados comían, charlaban y bebían, olvidando por completo los problemas que aquejaban las tierras de Hypen. Esa noche era como si nada de ello existiera, esa noche parecía ser que únicamente la diversión y felicidad reinaban por la tierra, no existían los sentimientos de terror, odio, tristeza o incertidumbre, la gente estaba embriagada de felicidad y era lo único que importaba.

Los príncipes se encontraban alegres, charlaban y se divertían con los invitados. El príncipe Jake se encontraba cerca de las bebidas, coqueteando con las dulces señoritas con las que se cruzaba. El príncipe Heeseung estaba ocupado seduciendo a varias jóvenes del reino, quienes reían de sus malos chistes y lo miraban con ojos de adoración. El príncipe Sunoo intercambiaba chismes con señoras de la alta sociedad y no dejaba de reír y bromear con ellas. El menor de todos los príncipes estuvo bailando con todas las señoritas, pues era bien sabido a lo largo de todos los reinos, el increíble bailarín que era el príncipe Ni-ki. Al otro lado del salón, el príncipe Jungwon caminaba por el lugar mientras saludaba a sus invitados, el muchacho como siempre era seguido de cerca por el príncipe Jay. Por último, el príncipe Sunghoon hablaba con respetables señores sobre la terrible situación actual.

En cierto momento de la noche, los caminos de los príncipes Jake y Sunghoon se cruzaron.

—Mi querido amigo, ¿disfrutas de la fiesta? —preguntó el mayor mientras le extendía una copa rebosante de vino al príncipe de hielo.

—Sabes que no disfruto de estar rodeado de tanta gente y menos de tanto ruido.

—Anímate, hoy es una noche especial y te aseguro que no habrá una igual dentro de mucho tiempo. —Ambos bebieron de sus copas—. Lo que necesitas es bailar y relajar el cuerpo... o quizás más de esto. —Arrebató bruscamente la copa que el menor sostenía entre sus manos y le entregó una nueva.

En ese mismo instante, a las nueve de la noche, las invitadas de honor hicieron su tan esperada aparición. Apenas las princesas pusieron un pie dentro, la música se detuvo al igual que las charlas y todos miraron atónitos hacia la entrada.

—¡Presentando a las princesas de Engenia! ¡Princesa Reika, legítima heredera al trono! ¡Princesa Selina! ¡Princesa Altea! —La gente las observó anonadados, pues era la primera vez que las muchachas se presentaban ante la alta sociedad.

Reika vestía un precioso vestido negro el cual tenía un manto largo hecho de tela negra con varias estrellas, el corpiño del vestido era aterciopelado y estaba adornado con finas piedras, el final de este estaba marcado por un fino cinturón de estrellas, tenia la imagen de la luna y un cinto sujetaba el manto que se encontraba sobre sus hombros. La chica traía puesta una corona de cristales negros y una máscara del mismo color del vestido, con una enorme flor y detalles plateados, sus cabellos plateados estaban semi-recogidos en un lindo tocado. La chica se veía como toda una reina.

Selina, su melliza, traía un vestido más coqueto pero despampanante, este tenía los hombros descubiertos y mangas largas. El corpiño era blanco y lentamente, el color de la falda del vestido se iba degradando a un suave rosa, la tela era mucho más ligera que la de su hermana y tenía un cinto alrededor de la cintura. Su rostro estaba oculto bajo una simple pero elegante máscara blanca con pedrería y detalles dorados, su cabello estaba semi-recogido en un peinado más suelto que el de su hermana y en la cabeza llevaba una fina y hermosa corona hecha de piedra de Luna, preciosa joya de su reino. La chica era la viva imagen de la diosa del amor.

A comparación de sus hermanas, el vestido de Altea era más apropiado para una chica de su edad, este tenía más capas y era de un lindo color azul con detalles bordados en plateado, mangas pomposas a tres cuartos y los hombros semi-descubiertos. Una hermosa máscara azul con bordados blancos y plateados cubría su rostro, su cabello estaba completamente recogido y en su cabeza portaba una simple y delgada tiara.