CAPÍTULO XXXIII

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El príncipe Jay despertó antes del alba, cuando la luna y las estrellas aún se encontraban navegando en el horizonte. Jungwon se encontraba acostado a su lado y lo abrazaba como si su vida dependiera de ello. El rubio acarició con ternura el angelical rostro del pelinegro y besó su frente con amor. Con todo el cuidado del mundo separó los brazos del menor de su cuerpo para así liberarse del agarre y poder levantarse. Se quedó unos minutos observando al chico dormir pacíficamente en un intento por grabar su imagen en su memoria y corazón.

Luego de un rato se arregló, tomó sus cosas y le echó un último vistazo al chico de ojos bonitos que durante tantos años le había quitado noches de sueño y robado suspiros. Lo tapó delicadamente con las sábanas y se acercó a su oído.

—Te prometo que regresaré pronto, Wonnie —susurró antes de darle un dulce beso en la frente.

El príncipe de Nostriel abandonó la habitación con gran dolor y pesar. Cuando llegó a la entrada principal se vio sorprendido al encontrarse con sus compañeros y amigos, quienes no querían dejarlo ir a su arriesgada misión sin antes despedirse.

La primera en abalanzarse a sus brazos fue su hermana, quien se despidió con lágrimas en los ojos mientras le pedía que tuviera cuidado y regresara vivo. Los siguientes en despedirse fueron los príncipes Sunoo y Ni-ki, quienes lo abrazaron con fuerzas y confesaron que extrañarían al mayor, pues él siempre cuidaba de ellos como si fueran sus hermanitos. Los siguientes fueron los príncipes Jake y Sunghoon, también abrazaron al chico y le pidieron que fuera fuerte y se cuidara, él les encargó que cuidaran del resto. Las siguientes fueron las princesas de Engenia de quienes se despidió con una reverencia mientras ellas le deseaban suerte, a excepción de Reika, quien abrazó con fuerzas al chico al que consideraba como su primer amigo en mucho tiempo. Por último, Heeseung se despidió.

—Cuida de todo ellos —pidió el rubio—. En especial de Jungwon y Dabin, me preocupa cómo les afectará mi ausencia. —El pelirrojo asintió con una pequeña sonrisa en el rostro—. Te necesitarán más que nunca, Heeseung, confío en que serás responsable y cuidarás bien de ellos.

—Lo prometo, cuidaré bien de todos. —Se abrazaron y estrecharon sus manos para despedirse.

Jay se alejó del resto para encaminarse hacia el caballo y el grupo de hombres que lo estaban esperando, sin embargo, el rey de Erontios lo detuvo antes de que pudiera montar al animal.

—Le deseó un buen viaje, príncipe Jongseong. El pueblo de Erontios y las tierras de Hypen le estarán eternamente agradecidos por su valentía y buen corazón al llevar a cabo esta peligrosa misión. Deseo que las estrellas estén de su lado y espero regrese sano y salvo, siempre y cuando haya encontrado algo que sea de utilidad. —La mirada fría y calculadora del hombre se posó sobre el príncipe, quien claramente entendió que no sería bienvenido si no encontraba algo que ayudara en la guerra.

—Gracias por su bendición y buenos deseos, su majestad. En nombre de Nostriel, le prometo no regresar hasta no haber hallado algo que nos ayude a terminar con esta guerra. —El hombre asintió complacido tras escuchar sus palabras.

—Espero que así sea —palmeó el hombro contrario.

—Deseo que las estrellas estén de su lado en el campo de batalla. —El muchacho le hizo una última reverencia antes de alejarse y montar su caballo.

El príncipe Jay partió del castillo a primeras luces del día en compañía de cincuenta hombres en pleno verano con la misión de explorar las Tierras Inhóspitas y no regresar hasta encontrar algo.

Minutos más tarde, el rey Kingyo de Erontios, partió con dirección a la frontera de Nostriel y Engenia, donde según sus fuentes más confiables, se llevaba a cabo la batalla contra los Oscuros.

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora