Todos desmontaron y se dirigieron directamente hacia el comedor para disfrutar de una deliciosa comida, pues el viaje por tierra había sido más largo que por agua. Pero apenas pusieron un pie dentro del palacio, su paso se vio obstruido por múltiples guardias.
—¡El rey Yang Kingyo solicita la presencia del heredero de Erontios, el príncipe Yang Jungwon, al igual que la presencia de la princesa Park Dabin de Nostriel y el príncipe Park Jongseong de Nostriel! —Al oír estas palabras la sangre de todos se heló. ¿El rey de Erontios estaba realmente ahí?—. El resto serán escoltados a sus habitaciones —terminó de anunciar el hombre.
Todos intercambiaron miradas confusas y llenas de preocupación. Ninguno tenía idea alguna de que el rey volvería, ni siquiera su hijo.
—Ya lo escucharon, a sus habitaciones —dijo Jungwon con frialdad en un intento por disimular el temor y nerviosismo que habían surgido al escuchar sobre el regreso de su padre.
El pelinegro abandonó la habitación siendo guiado y escoltado por varios soldados al igual que los príncipes de Nostriel.
—¿Sucede algo malo? —La voz temblorosa de Altea rompió aquel silencio que se había instalado en la habitación.
Un grupo de varios soldados entró al lugar, llamando la atención de todos y alertándolos más.
—Tenemos órdenes de escoltar a sus altezas a sus aposentos —habló el que tenía un listón rojo amarrado al brazo.
—¿Hay alguna razón por la que necesitamos ir acompañados? —preguntó Heeseung a la defensiva.
—Fue una orden directa del rey, tenemos que hacer lo que nos ordena —interrumpió Sunghoon para luego acercarse al guardia.
El grupo avanzó junto por algunos pasillos hasta que tuvieron que separarse.
—Acompañaré a las princesas a su habitación —anunció Sunghoon, sin embargo un guardia detuvo su camino—. Nadie nos ha dicho qué está pasando y no confío en ustedes, no dejaré a las princesas hasta saber que están seguras en sus aposentos. —El resto de los príncipes mostraron su apoyo.
—Como usted guste, su alteza.
Los cuatro caminaron juntos, Reika sostenía las manos de sus hermanas con fuerza y agradecía internamente la presencia del príncipe de Ylia, pues ciertamente ella tampoco se sentía segura al ser arrastraras de esa forma hasta su habitación. Apenas llegaron, los soldados abrieron la puerta y empujaron a las princesas dentro, pero Sunghoon fue más rápido y sostuvo con fuerza el brazo de la mayor, se acercó lo suficiente a ella para lograr susurrarle algo.
—Cierre todas las puertas y ventanas con pestillo, no deje que nadie entre a su habitación y no abra la puerta. —Se apartó de ella y la miró a los ojos, la muchacha asintió. Nuevamente se acercó y esta vez depositó un dulce beso en su mejilla—. No tenga miedo, pronto nos volveremos a reunir.
Reika entró a su habitación y cerró las puertas con ayuda del grueso seguro. Al voltear se encontró con los rostros llenos de preocupación de sus hermanas y damas de compañía, a quienes habían mandado a encerrar junto con ellas.
—No se preocupen, todo estará bien —mintió en un intento por tranquilizar a las demás, sin embargo, ella estaba tan asustada y confundida como el resto.
<><><><>
Jungwon ingresó a la Sala del Trono encontrándose con un hombre alto, corpulento, con barba de candado, cabellos negros y ojos del mismo color; reposando en el magnífico trono de oro sólido en el que tantas veces el chico se había sentado, soñando en qué algún día sería suyo.
ESTÁS LEYENDO
Cursed-Blessed {Enhypen}
FanficLas princesas cabalgaban por el frondoso bosque con sus espaldas saludando al sol, las lágrimas corrían por sus rostros cansados y mantenían la mirada en el azul del horizonte sin saber realmente a dónde es que se dirigían. Cabalgaron por horas sigu...