CAPÍTULO VII

231 25 1
                                    

Minutos antes...

Jungwon y Reika bailaron en silencio por varios minutos hasta que el joven decidió romperlo.

—Me alegra que usted y sus hermanas gocen de buena salud, me aterrorizaba pensar que su arduo viaje las hubiera enfermando.

—Estoy muy agradecida de que nos haya dejado tomar varios días de reposo y descanso, como usted sabe, el camino fue difícil y el ataque que sufrimos nos afectó a todas.

—Lamento oír eso. Espero que su estadía en Erontios sea de su agrado. Realmente estamos encantados de tenerlas aquí.

—Muchas gracias, agradezco profundamente su generosidad y su afán por ayudarnos.

—Es mi deber como príncipe —dijo Jungwon mientras le hacía una reverencia a la chica tras terminar el baile—. Me encantaría presentarle a varias personas que están muy ansiosas por conocerla, ¿le importaría? —El pelinegro le ofreció su brazo y la chica lo tomó sin dudarlo.

—Me encantaría. —Reika le dio una sonrisa forzada y ambos salieron de la pista de baile.

Caminaron por todo el lugar y el chico presentó a la princesa con cuántas personas se acercaron, pues todos tenían curiosidad por conocer a la heredera del reino caído de Engenia.

Después de un rato las presentaciones se volvieron tediosas. A Reika le dolía el rostro de tanto sonreír y había conocido a tantas personas en una sola noche que no recordaba sus nombres. La peli plateada miró alrededor en busca de sus hermanas y se sorprendió al encontrar a ambas en la pista de baile; Tea tenía una enorme sonrisa en el rostro y bailaba con un chico rubio, mientras que Selina hablaba cordialmente con su pareja de baile. Al percatarse de esto, el príncipe Jungwon siguió la mirada de la chica.

No habían hablado lo suficiente como para conocerse bien, pero el joven príncipe no era tonto y a pesar de su esfuerzo por ocultarlo, sabía que la muchacha se encontraba a la defensiva. Claramente había intuido desde un inicio que ella sería así, un tanto ruda y fiera, lo había supuesto por su mirada en la pintura y ahora había sido capaz de confirmarlo en persona.

—Príncipe Jungwon. —El pelinegro se desconcentró ante la llegada del heredero de Nostriel.

—Princesa Reika, me encantaría presentarle a una última persona —dijo llamando la atención de la chica—. Le presento a mi consejero y confiable amigo, el príncipe Park Jongseong o Jay. —Reika se volteó encontrándose con un chico alto, de cabellos rubios, vestido con un traje azul marino y un pantalón beige, su rostro estaba cubierto por una máscara de plumas iridiscentes similares a la del príncipe Yang. El chico hizo una reverencia—. Posiblemente ya se haya aburrido de mí, así que la dejaré en sus muy capaces manos para que se divierta. —Esto último lo dijo mientras miraba hacia la pista de baile, donde se encontraba sola su melliza.

Les hizo una última reverencia y se desapareció entre la multitud.

—¿Siempre es así de maduro? —La pregunta que había estado rondando por la mente de Reika salió de sus labios sin su permiso.

—Debido a su papel como el príncipe heredero de Erontios, pocas veces tiene la oportunidad de relajarse y actuar como un niño de su edad —contestó Jay con tristeza—. ¿Le gustaría bailar? —El rubio le ofreció su mano con un brillo de esperanza en sus ojos.

Reika miró hacia la atestada pista de baile, realmente no tenía ganas de estar entre tanta gente; le dolían los pies, se sentía cansada y estaba muy triste por todo lo que le había sucedido durante los últimos días, sin embargo, algo en la mirada del príncipe Jay hizo que aceptara, por lo que los dos se dirigieron a la pista de baile para unirse con el resto de las personas.

Cursed-Blessed {Enhypen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora