El rey Min Yoongi [YM][#2][✓]

7

—Quédate por favor. —suplico el rubio.

—Yoongi no puedo descuidar a los niños. —le acarició la mejilla. —solo serán unos días, lo prometo.

—Tengo miedo. —lo vio. —que algo malo te pase.

—Te dijera que vinieras conmigo para que no sientas miedo. —sonrió. —pero me temo que mi hogar no es apto para su majestad.

Yoongi sonrió y le dio un corto beso para negar y tomarlo de la mano para llevarlo a sus aposentos, Jimin rio ante la acción infantil del rey, seguía pensando si el gran Min Yoongi realmente tenía veintidós y no cinco años.

—¿A dónde vamos? —le dijo con una sonrisa.

—A nuestra habitación. —hablo Yoongi.

—No recuerdo nuestra boda. —bromeó Jimin.

Yoongi se detuvo y Jimin lo vio confundido, se sonrojó al sentir como el pálido lo cargaba y ambos entraban. Yoongi acostó a Jimin en la cama y sonrió para subirse sobre él y besarlo, Jimin rio y le comenzó a acariciar la larga cabellera rubia.

—¿Tendré que dejarme crecer el cabello también? —le pregunto.

—Las personas nobles y de la realeza lo tienen así. —habló Yoongi mientras se acostaba al lado del chico. —por ley debes de hacerlo, ya que serás esposo del rey.

—¿Qué pasaría si decides cortártelo? —le pregunto.

—Sería deshonor. —lo vio. —y me convertiría en un plebeyo.

—Es duro ser alguien de poder. —dijo Jimin mientras se recostaba en el pecho del pálido.

—Deseo cambiar muchas cosas. —suspiro. —pero al no tener consorte mi voz no cuenta.

—Eso es cruel. —hablo Jimin. —mis padres me abandonaron al saber que era doncel y mi tía me crío.

—Mi padre murió cuando cumplí los diez, ahora tengo a mi madre, la emperatriz. —sonrió con pesadez. —solo que con ella no me llevo muy bien.

—¿Qué hay de tu tío? —preguntó Jimin.

—Él no me agrada para nada. —respondió.

—Parece que a toda tu familia no te agrada. —hablo Jimin.

—Así es. —le dio un beso en la frente. —me pregunto cómo sería una vida de pueblo.

—Pues es dura. —mencionó Jimin. —hay personas ricas que creen tener el poder.

—¿Esa es una indirecta hacia mi persona? —río Yoongi.

—Un poco. —dijo Jimin. —lo que trato de decir es que hay personas ricas que se aprovechan de los pobres.

—Algo te ocurrió a ti. —se sentó en la cama y observó al chico.

—Un viejo ministro de los que cobraba impuestos donde antes vivía quiso aprovecharse de mí. —hablo. —yo me negué y él me quitó mi hogar, la escuela es mi hogar ahora y es por ello que le tengo mucho aprecio.