El rey Min Yoongi [YM][#2][✓]

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Ambos iban de regreso al palacio, Jimin suspiro y se dirigió donde la emperatriz tal y como Hoseok le había dicho, al llegar la mujer lo vio al lado de Hoseok.

—¿Qué hace él aquí? —preguntó la mujer.

—Pasa querida cuñada que él trabaja para mí. —le dijo con una sonrisa de burla. —él se encargó de sacar a Yoongi del trono y de llevarlo a la muerte.

La mujer al escuchar eso se sentó nuevamente mientras negaba una y otra vez mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Hoseok al ver como la mujer lloraba se acercó y cuando la iba a matar Jimin se interpuso.

—La necesitamos viva para qué te ceda el trono. —hablo Jimin. —si la matas ahora no habrá pruebas de que ella te dio el trono.

—Tienes razón. —vio a la mujer. —ella se quedará encerrada porque tendrá una enfermedad.

Hoseok salió y Jimin vio a la mujer, está lloraba, el doncel se acercó y con un pañuelo le limpió las lágrimas, ella lo vio.

—Asesinaste a mi hijo. —le dijo.

—Solo hice mi trabajo. —hablo.

La mujer vio como el doncel se iba y le dejaba el pañuelo que sabía que era de su hijo, ella lo tomó y lo abrazó mientras lloraba. Jimin al ver un guardia cubierto que eran de los del ejército de Hoseok le hizo una señal de que vigilará a la mujer y no la dejará salir por ningún motivo.

El doncel se dirigió a los aposentos de Hoseok, al entrar se dirigió al baño y lo encontró en la bañera siendo limpiado por sirvientas, estás al ver al doncel se fueron y los dejaron solos. Jimin tomó la daga y la pasó por la barbilla del mayor para rasurar de manera lenta.

—¿Cómo está ella? —preguntó mientras cerraba los ojos.

—Está llorando. —contestó. —ya tiene vigilancia así que no creo que escape.

—Cuando sea rey, tú estarás a mi lado. —le dijo. —reinarás conmigo.

—Sabe que yo haré y lo seguiré a donde me diga. —respondió Jimin. —Yo soy suyo.

—¿Llegaste a sentir algo por mi sobrino mientras hacías tu trabajo? —pregunto y Jimin se detuvo.

—Nunca sentí nada. —contestó. —Yoongi era fácil de manipular, ver un rostro y cuerpo bonito fue suficiente para tenerlo rendido a mis pies.

—¿Y a mí me amas? —abrió los ojos y vio al doncel.

—¿Lo duda majestad? —le acarició la mejilla. —Yo lo amo mucho, mi corazón le pertenece y si no me cree estoy dispuesto a terminar con mi vida aquí y ahora.