El rey Min Yoongi [YM][#2][✓]

8

Yoongi iba con Jimin hacia donde el menor vivía, claro que se ocultó en un disfraz para que nadie sospechara. Al llegar a la escuela Jimin sonrió al ver como esta ya había sido arreglada por el rey, Jimin se giró y lo abrazó mientras lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—No debías. —negó.

—Te prometí que la ibas a tener como nueva. —lo tomó de las mejillas y le dio un beso largo. —te daré todo lo que me pidas.

—¿Todo? —sonrió Jimin.

—Así será. —lo tomo de la cintura.

—Con esto que has hecho por mí estoy bien. —le dio un corto beso. —ahora debemos esperar a los niños.

—Me pregunto si nuestros hijos serán educados e inteligentes como tú. —le dio un beso en la mejilla.

—Pues para eso tú y yo debemos de compartir cama. —se alejó.

—Lo sé. —sonrió. —pero te voy a esperar lo que sea necesario.

Jimin lo vio y sonrió para dirigirse a la puerta y dejar entrar a todos los niños los cuales iban tomando asiento, Yoongi miraba a todos los niños. Jimin tomó los pergaminos y se los fue entregado para luego comenzar la clase, Yoongi miraba fascinado al pelinegro. El rey sabía que Jimin sería un excelente esposo y padre, podía ver lo delicado y bueno que era con los niños, estos miraban curioso al hombre que estaba en donde el joven maestro se sentaba.

—Maestro. —dijo una niña.

—Sí, pequeña. —le sonrió.

—¿Quién es ese señor? —lo vio.

—Él es Lee Yeonki. —miro al pálido.

—Y soy su futuro esposo. —habló el chico.

Los niños sonrieron y comenzaron a aplaudir, Jimin río mientras trataba de calmar a los niños. Yoongi por su parte, admiraba con ternura toda la escena, Jimin miró a los niños.

—Por qué no salen a jugar un momento. —hablo Yoongi.

—La clase acaba de iniciar. —vio al pálido. —pero está bien, salgan niños.

Los niños corrieron mientras reían, al irse Yoongi aprovecho y lo tomó de la cintura para besarlo lentamente, Jimin cerró los ojos disfrutando del beso de su mayor y de su rey.

—¿Así que me llamó Yeonki? —le dio un corto beso en el cuello.

—Nadie debe de saber tu identidad. —le dijo. —por su seguridad y la mía.

—Tienes razón. —lo abrazo. —me alegra saber que mi futuro esposo es tan inteligente.

—Sabes, aunque este lugar no es apto. —le acarició los brazos. —pero pasemos la noche aquí.

—Me parece perfecto. —lo atrajo más a él.