Capítulo 5

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—He vuelto abuela, ¿dónde estás?

Lilian era una omega dominante, había cuidado de su nieto desde que perdió a sus padres. Aunque tenía alrededor de 60 años su físico estaba conservado. Una figura delgada, acompañada de ojos color rosa pálido y una larga cabellera dorada; lograban atraer la atención de más de un alfa.

—Perfecto, pasaré mañana a mostrarles el salón de eventos, estoy segura que será de su agrado. Es un placer hacer negocios con usted. Muchas gracias, hasta luego —decía Lilian al teléfono.

—¿Déjame adivinar... Alfas pretenciosos apartando un salón de eventos para su obra de caridad?

—Si y si ja ja ja... ¿Qué sucede?

—Nada.

—¿Crees que puedes engañarme?

—El torneo de otoño. Soy el mejor, pero eso no importa, sigo sin entender que tiene que ver si soy omega, beta o un maldito alfa.

—Lo sé, lo sé —dijo acariciando la mejilla de Maika —Y lo demostrarás. No hay quien pueda moverse de forma tan ágil y elegante mientras sostiene una espada. Así que no te preocupes.

—Los odio.

—¡Maika! Entiendo que no te agraden los alfas, pero recuerda que tu padre era alfa.

—Papá era diferente... Él era diferente.

El día de las elecciones Maika sabía que debía estar concentrado, aun cuando estaba tratando de poner la mayor atención posible en clase, no era solo la idea del torneo lo que le distraía, sino la mirada de aquel alfa al otro lado del aula. Lograba ver de reojo como este le veía fijamente y no era la primera vez que lo hacía. Ya de por sí algo en aquel ser le resultaba extraño, el que se comportara de esa forma no ayudaba.

Salió lo más rápido que pudo del salón pues deseaba llegar antes que sus compañeros de esgrima. Quería disfrutar del silencio. Después de ponerse el uniforme se dispuso a buscar una liga para agarrar su cabello, aunque este no era largo, lo ataba en una media coleta; pues le resultaba molesto el tener mechones de cabello en la cara.

—Veo que no soy el único que quería un poco de paz antes de los encuentros —decía Luka.

—Hola.

—Bueno, parece que no duró mucho —dijo señalando a sus compañeros que comenzaban a llegar —Sé que no la necesitas, pero buena suerte.

—Lo mismo digo —respondió Maika.

La selección consistía en sobrevivir varios encuentros hasta tener a tres finalistas, ellos serían quienes representarían a la universidad. Tanto Luka como Maika habían salido victoriosos en la primera y segunda ronda, sin problemas. El último encuentro de Luka no duró mucho, pues este había acertado cada uno de sus toques y evadido los de su contrincante. Eso lo convertía en el primer finalista.

El omega, se enfrentaría a Thomas. No era la primera vez que competía contra él y aunque Maika era bueno... Thomas también. Maika saco un inhibidor, conocía muy bien a sus compañeros; sabía que con tal de tener la victoria eran capaz de usar feromonas. A mitad del encuentro pudo sentirlas, estas tenían un olor que no le resultaba agradable en comparación con aquellas con olor a mandarinas.

—Sabía qué harías eso —murmuró.

A Maika no solo lo movía las ganas de ganar, sino el deseo de ver la cara de aquel alfa humillado ante un omega. Evadió las estocadas, y de forma veloz acertó tres toques para de esta manera asegurar la victoria. Pudo ver como el semblante de sus compañeros cambió, el enojo era lo que ahora llenaba sus rostros.

—En verdad caíste muy bajo —reclamó Luka a Thomas —¿Feromonas? ¿Es en serio?

—Vamos chicos, tranquilícense.

—¿En verdad no le castigará? —preguntaba Luka a su entrenador.

Fragancias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora