Capítulo 39

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Luka recorría delicadamente la delgada y refinada nariz del beta. Tiempo atrás, deseo amanecer a su lado y en esos momentos, aquella melena pelirroja se encontraba durmiendo profundamente sobre su brazo.

Siguió la figura de la boca rosada, haló el labio inferior suavemente dejando una ligera apertura, sin pensarlo deposito un beso. El beta, después de sentir el contacto, frotó su rostro buscando el calor que el cuerpo del alfa desplegaba. Al notar como Luka le abrazó, este comenzó a despertarse.

—Buenos días —decía frotando sus ojos.

—¿Te desperté? Disculpa, solo quería estar seguro de que este no era un sueño más —proclamaba sin despegar su vista de Ezra.

—No —exclamó negando con la cabeza —te preocupes, estoy aquí —decretó posando sus manos sobre las mejillas pálidas del alfa, mientras le dedicaba una sonrisa.

Al ver la expresión en el rostro de Ezra, Luka no pudo evitar besarle. El dulzor de aquella boca en conjunto con la delicada fragancia que despedía el cuerpo del beta, le resultaba un exquisito manjar.

—Espe...ra umm —la voz de Ezra salió en forma de gemido, al sentir los dientes del alfa morder levemente debajo de su clavícula, donde se encontraban sus dos lunares.

—¿Me permitirías saborear cada uno de tus lunares? —cuestionaba pasando la lengua sobre sus labios durazno. El beta, al escuchar estas palabras y ver la forma en que Luka le veía, sintió su cara en llamas.

—Pero, tenemos que entrenar ummm —aun cuando el aliento tibio del alfa sobre su piel hacía que este de alguna forma sintiera derretirse, no podía evitar estar nervioso.

—Es muy tarde para ir a entrenar, al verte durmiendo tan plácidamente no fui capaz de despertarte —el beta percibía como los nervios seguían aumentando. Luka al percatarse de esto, depositó un beso en su frente —No necesitamos apresurar nada —procedió a besar la punta de la nariz —así que no te preocupes —añadió, para luego besar la comisura de aquella temblorosa boca —¿Te parece bien si preparamos el desayuno?

—Me encantaría —exclamaba a la par que se incorporaba.

—Debo admitir que es la mejor compra que he hecho —murmuraba pasando sus dedos sobre el kit navideño que yacía en la mesa de centro.

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—¡Diablos, Maika me tenías preocupada! Se suponía que regresarías ayer en la noche y por alguna razón no contestabas tu celular.

—Disculpa abuela, no pudimos llegar debido a la nevada y olvidé quitar el silencio de mi celular —aunque el sol mostraba un hermoso amanecer, colándose entre las nubes y dejando ver sus rayos en tonalidades rojizas y naranjas. El omega sentía como si su mundo tuviera un paisaje gris.

—¿Qué te sucede? —por más que trataba de ocultar la tristeza que le inundaba, era imposible que aquellos ojos rosados, los cuales le habían visto crecer, no fueran capaces de ver a través de esa cortina de humo.

—No es nada, solo estoy cansado.

—Maika, estaré aquí para cuando ocupes hablar.

—... Gracias —respondió sin verle a la cara —necesito ducharme si no quiero llegar tarde al instituto.

Lilian deseaba poder proteger a su nieto de todo aquello que pudiera dañarlo, pues este había sufrido demasiado. Aun así, entendía que no sería posible y que su nieto tendría que vivir tanto experiencias buenas como malas durante su vida. Únicamente esperaba que las experiencias buenas sobrepasaran a las malas, y poder estar ahí en caso de que Maika necesitara a alguien con quien hablar.

Fragancias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora