Capítulo 25

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—Por la expresión en tu rostro, realmente parece ser algo grave, debo suponer que es por las marcas que muestra Nolan.

—Sí, sigue diciendo que resbaló, pero es obvio que no fue así ¿acaso cree que puede mentirme? Lo conozco demasiado —Maika pudo sentir los ojos de Damián cuando este pronunció esas palabras.

—Es raro, pues conozco a alguien que actúa de la misma manera —decía con una mirada juguetona.

—Estamos hablando de Ezra —añadía evadiendo los ojos del alfa.

—Lo que digas —proclamó, sosteniendo la mano del omega. Aunque este se sorprendió ante aquella acción, esta vez respondía apretando ligeramente el agarre.

—Quería preguntarte... Si de casualidad estas libre el miércoles .

—Si, no tengo nada agendado ese día ¿Por qué?

–er...ir a...con —Maika se encontraba murmurando, el alfa se inclinó y comenzó a buscar la cara del omega.

—¿Podrías repetirlo? —dijo sujetando la barbilla de Maika y dirigiendo su cara hacia él.

—Quería saber si te gustaría.... Ir a comer... A mi... casa —la voz del omega sonaba algo avergonzada y nerviosa. El alfa por su parte al oír esto, abrió sus ojos debido al asombro.

—Sería un honor —declaró con una voz cálida. Maika podía sentir la sinceridad en las palabras, le vio directamente a los ojos y no pudo evitar querer besarle. Colocó un beso tierno sobre los labios de Damián.

El alfa esbozó una sonrisa, para luego proceder a halar al omega hacia él. Quería sentir aún más aquellos tersos labios. Sintió como Maika respondía a su beso. Este introdujo la lengua con el fin de saborearle aún más. Aun cuando anhelaba seguir besándole, sabía que debía parar pues la última clase empezaría pronto. Se alejó un poco, pudo ver al omega jadeando levemente sin desviar la mirada.

—Diablos, por más que deseo devorarte creo que debemos regresar al aula —el omega asintió. Maika se encontraba sosteniendo aun su mano, y no solo eso ahora su cabeza se hallaba recargada en su brazo, mientras emprendían su camino hacia el salón.

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Maika se encontraba esperándole en el estacionamiento, aunque no era la primera vez que Damián conocía a los padres de su pareja, en esta ocasión no podía evitar sentirse algo nervioso. Descendió del vehículo, llevando una bolsa que contenía dos botellas de vino y en la otra mano sostenía orquídeas phalaenopsis de color morado vibrante. El alfa portaba una gabardina camel larga, pantalones de vestir pegados y zapatos color negro, y una camisa guinda oscura.

—No era necesario que vinieras tan elegante.

—¿Bromeas? ¿Esperabas que no tratara de verme lo mejor posible al conocer a tu abuela? —preguntó con una sonrisa —Además podría decir lo mismo de ti.

—¿Estás jugando cierto? —Maika vestía un suéter de tejido gris azulado, jeans deslavados y unos tenis blancos.

—No podría, en verdad te ves exquisito —añadía posando un beso en los labios del omega —Por alguna razón, tus feromonas se sienten un poco más fuertes recientemente.

—¿En serio?

—Sí, ¿acaso me estás seduciendo? —preguntaba a la par que comenzaba a dirigirse hacia los labios cerezas.

—Basta, debemos entrar. Mi abuela nos está esperando —declaró, mientras tomaba la bolsa que llevaba Damián, estiró su mano como forma de invitación hacia el alfa, este la tomó sin dudarlo y comenzó el camino con dirección aquel apartamento.

Después de coger el elevador con destino al piso 7, se dirigieron hacia el lado este. Y ahí estaba, una de las cosas que se había preguntado por un tiempo, se encontraba frente a él. G710 era el número de apartamento en donde vivía Maika. Cruzar aquel lumbral, parecía reafirmarle que lo que estaba sucediendo no era un sueño.

Fragancias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora