Capítulo 9

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La luz que se colaba por la ventana lograba posarse sobre la piel desnuda de Maika. Damián movía delicadamente el cabello de la cara del omega y viéndole ahí, confirmó lo que ya sabía, ese omega era su persona destinada. Estaba seguro, de que Maika igual podía sentir esa inevitable atracción que había entre los dos. Deseaba que este también lo aceptara para así tener su consentimiento y poder marcarle. Luego de besarle la frente, se dirigió a tomar una ducha.

Después de un momento Maika comenzó a despertarse, abrió los ojos súbitamente. Vio que se encontraba en un lugar desconocido y estaba totalmente desnudo.

—Maldita sea —decía, mientras apretaba su cabeza en busca de respuestas.

Recordaba que dos alfas trataron de sobrepasarse con él, y como una llama había invadido su cuerpo. Se envolvió en una sábana, pero al intentar ponerse de pie, sintió que sus piernas cedieron. Aun cuando sus extremidades temblaban y la cadera le dolía, se dirigió a un enorme espejo que se encontraba en la esquina de aquel cuarto. Su piel mostraba bastantes marcas, sintió un ligero ardor en los pezones, al descubrirlos vio que estos estaban inflamados y parecían haber recibido múltiples mordidas.

—¿Qué rayos?

Escuchó una puerta abrirse y lo que sus ojos veían le resultaba imposible. Damián venía saliendo del baño, tenía enredada una toalla en la parte baja y todo su cuerpo aún estaba mojado. Con otra toalla un poco más pequeña secaba su cabello. Por unos segundos Maika se quedó estupefacto viendo aquel cuerpo; le había visto antes con el uniforme de arquería, pero verlo ahí semidesnudo y aun empapado era un nuevo manjar para los ojos. El omega sintió como sus mejillas comenzaban a sonrojarse y desvió la mirada.

—Veo que despertaste ¿te fue difícil ponerte de pie? —Maika frunció el ceño.

—¿Qué diablos hago aquí?

—Te salvé de dos alfas.

—¿Salvarme? No me hagas reír, solo querías un omega más para tu colección —Damián caminó de prisa hacia Maika, y se detuvo muy cerca de él.

—Pude haberte dejado ahí —decía mientras se acercaba más —Pero solo pensar en ello... me hace hervir la sangre.

Damián se encontraba tan cerca, que Maika podía sentir su aliento sobre la piel. El alfa rozó con sus dedos la mejilla del omega y este respondía a su tacto.

—¡No me toques! —espetó* mientras alejaba la mano del alfa de un manotazo, pues no quería que su pecho comenzara a hervir de nuevo.

—De acuerdo.

Maika se alejó de Damián, y fue a tomar su ropa, que se encontraba doblada en una silla. Sintió que algo tibio comenzó a escurrir de su parte trasera y bajaba por su pierna; esto hizo que se congelara.

—Deberías tomar una ducha... no te preocupes, no pretendo tocarte.

La idea de pasar más tiempo en aquel lugar no le agradaba en lo absoluto. Sabía que debía hacerlo, si no quería manchar su ropa de semen. Trató de repasar lo ocurrido aquella noche. Volvía a recordar a sus agresores, y justo antes de que su pecho ardiera en llamas pudo ver unos ojos violeta. No tenía duda, aunque no quería aceptarlo Damián tenía razón le había salvado. Era consciente de que no había manera de que este hubiera detenido su celo a tiempo, al menos no con inhibidores.

—¡Diablos, diablos! —Entendía que lo que ocurrió aquella noche no era culpa de Damián, por el contrario, este le ayudó; aun si no fue de la manera en que él hubiera querido. Después de batallar un poco, logró sacar el semen de su interior y terminó de bañarse. Al salir vio que Damián ahora llevaba puestos unos jeans y parecía estar buscando una camisa.

Fragancias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora