Capítulo 68

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Sabía que no existía manera en la que la omega, saliera libre. La confesión y la posición de su familia era todo lo que necesitaba. Y aun cuando se encargó de dar con los culpables, su corazón no se sentía tranquilo. El dolor seguía ahí, y era consciente de que este los acompañaría a él y a Maika por muchísimo tiempo más. El daño que les habían causado era irreparable, tanto Maika como él tendrían que andar por un camino oscuro y lleno de espinas, solo esperaba que su omega no se rindiera ni le soltara la mano.

—Lo podremos dar de alta, en cuanto se termine el suero. Necesito que haga el mayor esfuerzo para tratar de ingerir sus tres comidas al día.

—... De acuerdo.

La voz de Maika era tenue, sin vida. Sus ojos se habían secado, por tantas lágrimas derramadas, ahora solo quedaba la rojez e hinchazón en ellos.

—Cualquier cosa, saben que estoy a sus órdenes —la doctora Dennise giró su cabeza al salir del cuarto, podía ver la tristeza que afligía al omega. Sabía que probablemente regresaría debido a ello.

—Le diré a Maurice que esté preparado.

—... Dijiste que la policía ocupaba hablar conmigo.

—Maika, no es necesario que lo hagas en este momento.

—Llámalos.

—Maika

—Llámalos —decía con voz fría —mi testimonio es lo único que falta, para que esas escorias paguen por lo que hicieron —añadía apretando las sábanas —así que sí, necesito hablar con ellos en este momento.

El Sr. Grey había confesado y brindado las pruebas necesarias, que demostraban que Yessica, había contratado sus servicios. La omega fue arrestada, toda la evidencia en su contra haría que fuera tras las rejas. Aunque su apellido tenía peso, no había manera en que saliera libre. El tiempo en prisión sería largo para ambos, pero el apellido Walker, definitivamente había tenido que ver, con el hecho de que las glándulas de estos fueran reprimidas en su totalidad. Uno de los mayores castigos para alfas u omegas dominantes, era ser denigrados a vivir como prácticamente un beta el resto de su vida.

Damián miraba con total atención tras el vidrio, mientras los agentes interrogaban a su omega. Sabía el dolor que este estuvo experimentando, pero ahora le preocupaba aún más el ver la cara sin emociones de Maika. Y que ya no podía sentir aquel interior quebrado de este.

—El joven Bennet nos ha terminado de dar su testimonio. Como lo esperábamos, la familia Cortez trató de intervenir, pero fue inútil con todo lo que teníamos en su contra, gracias a usted. Debo de decir que por un instante pensé que tendríamos problemas debido al estado en el que se encontraba Grey, pero

—A nadie le importa una mierda como él.

—... Supongo que tiene razón. —dijo con una sonrisa el agente Smith.

El recorrido de camino a casa fue en silencio. Aunque su mente parecía perderse en aquel paisaje nublado, el posar su cabeza sobre el hombro de Damián le devolvía a la realidad.

—Déjame ayudarte —decía extendiendo su mano.

—Estoy bien, puedo salir del auto solo. —oír esas palabras, brotar de la boca cereza, puso peso en su corazón, de modo que no pudo evitar suspirar. —Damián... no quiero visitas, de ningún tipo.

—Maika, sabes

—No quiero ver a nadie, por favor promete que no permitirás que alguien venga a nuestro hogar... necesito espacio.

—Como desees —aquellos ojos dorados le vieron directamente al oír eso.

La casa que antes se sentía cálida, en esos momentos era fría. El omega pudo notar camino al dormitorio principal, como la puerta del cuarto que había sido destinado a su bebé ahora se encontraba cerrada. La crema y los libros de maternidad, que antes estaban en los buros de su cama ya no se hallaban ahí.

Fragancias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora